Cómo hacer para que las viandas gusten a los chicos

Por Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla (www.delaolla.com.ar)
En época escolar empiezan los preparativos de todo tipo. ¡Y el estrés! ¡Cuántas cosas que organizar! Los útiles, los uniformes (o la ropa, bah), las actividades extras, la comida, las colaciones! Uf, me agoté.
El tema viandas escolares es todo un temón. Cada chico con su librito. Que me gusta el chocolate, que no me gusta el chocolate. Que mandame papas fritas, que la carne está dura. Que no quiero comer fruta y que Juancito come pepitos. Y no estamos nosotras en la escuela para que coman sí o sí. No sabemos si comen todo, si la comida está a temperatura correcta, si se confunden de vianda o se les accidenta en el camino.
Los chicos, cuanto más pequeños son, menos saben contarnos. Expresan sus alegrías y malestares, pero no es fácil entender dónde está el quid de la cuestión. Más estrés todavía para la madre dedicada. Y cuanto más grandes nuestros peques son, tampoco nos pueden contar todo. No la tienen clara, son niños que van aprendiendo por la vida y las mamis somos insistentes, no queremos que sufran ni tropiecen ni nada. Nosotras hemos hecho un recorrido, somos las más para ellos, están ciegamente a merced nuestra, y nosotras tenemos todas las dudas habidas y por haber!
En fin, como también tenemos a veces varios hijos, ese sentimiento se nos potencia a distintas escalas, porque cada chico tiene su impronta. Hacemos pizza para todos pero a Pepe no le pongo jamón porque no le gusta el jamón caliente, y a María no le pongo tomate porque no le gusta la cáscara del tomante que no tengo tiempo de pelar y a Florencia le tengo que hacer la pizza sin queso. ¡Otra vez me estresé!
En fin, no todo está perdido para nuestro descanso, debemos planificar nuestra cocina para que todos estén contentos y aprendan a comer, y ese punto nos lleve el menor tiempo posible. Lo mejor para eso es, primero, que lleven a la escuela lo que garantizado les gusta comer en casa. Segundo: toda innovación en las comidas empieza por hacerse en el momento en que la familia está de buen humor y distendida. Tercero: los papás debemos ser el ejemplo, o sea, debemos comer lo que sea aunque no nos guste. Y por último: todos debemos agradecer siempre que tenemos un plato de comida en la mesa, nos guste o no lo que haya, hay mucha gente en el mundo que no tiene ni una rodaja de papa. Entonces, a valorar lo que haya, sirviendo la porción justa para cada uno. Porque no es tampoco bueno que sobre comida en el plato. Es frustrante para quien come, porque nunca llega al final, y para quien cocina, porque no se valora el trabajo. Y una falta de respeto al amigo invisible que no tiene para comer. La comida no se tira.
Así que, para que los chicos coman, los papás debemos tener una dieta variada y saludable, elegir lo que vamos a comer en la cantidad que cada quien necesita para tener las energías requeridas para las actividades diarias, saber leer etiquetas y enseñar a leerlas, y compartir las comidas con alegría, porque el momento de la cena y el almuerzo no es el adecuado para discutir problemas o situaciones indeseadas, porque eso también afecta la digestión. Y cuando logremos todo eso, los chicos van a comer y crecer saludables, y vamos a confiar en la vianda de la escuela, en si comen o no, o en si nos cuentan cómo comparten su comida en el comedor escolar.