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Los alcances de la reflexología

Por Alicia López Blanco, autora de «Mi cuerpo, mi maestro», Ed. Albatros.



Desde los pies se puede trabajar, tanto un dolor de cabeza o una tensión en las piernas como la dificultad de una persona para realizar algún tipo de cambio o aceptar alguna situación determinada.

Si bien sus alcances son múltiples y variados se destacan algunos conceptos generales que los engloban y que dan cuenta de su capacidad para producir efectos.

Desbloquear la energía

En primer lugar se destaca su capacidad para propiciar el flujo de energías bloqueadas en el organismo. En cada persona, según sus características, varía la forma de absorber, asimilar, metabolizar y desechar la energía incorporada. Mientras su carga y descarga tienen una relación proporcional se mantiene el equilibrio. El desequilibrio energético se produce cuando la relación carga- descarga se ve alterada por múltiples factores tanto por exceso como por deficiencia.

Al estimular los impulsos nerviosos y la circulación sanguínea, las técnicas manuales de reflexología movilizan lo que está quieto o estancado facilitándole a la naturaleza la búsqueda de su equilibrio. Las reacciones depurativas que experimentan los que reciben un tratamiento comprueban fehacientemente este accionar. Por un lado, se desechan toxinas por las vías naturales de eliminación y por otro, las emociones encuentran un espacio de reconocimiento y expresión.

Las emociones son fenómenos que involucran al cuerpo tanto en su producción como en su expresión. El sistema nervioso capta un estímulo proveniente del interior o del exterior, lo evalúa y, si le parece que requiere de alguna respuesta emocional, lo comunica al sistema endócrino para que las glándulas liberen al torrente sanguíneo determinadas hormonas que generarán algún tipo de respuesta. Las emociones que no encuentran una vía de expresión se alojan en el cuerpo deviniendo en un bloqueo de energía que entorpece el recorrido del fluido vital. Esto puede dejar órganos o partes del mismo sin la necesaria irrigación promoviendo un déficit en sus funciones. Simultáneamente, en otros planos, puede disminuir la capacidad de obtener placer, de amar y de relacio- narse fluidamente con uno mismo y con el entorno.

 

Favorecer la relajación y aliviar el estrés

La palabra “estrés” deriva del término inglés stress que significa “fuerza que impulsa, presión, tensión, contracción”. También puede definirse como una modalidad de respuesta ante un estímulo que la persona registra como amenazante o de fuerte exigencia o demanda. El ser amenazado, demandado o exigido por el medio circundante o por los propios impulsos es parte de la vida y el ser humano lo ha experimentado desde que habita en este planeta.

Los hechos cotidianos traen aparejados desafíos para la mente, el cuerpo y las emociones. Para sobrevivir, las personas necesitan adaptarse al estrés y aprender a vivir con él y a pesar de él. Puede suceder que un estímulo excesivo y constante sobrepase la capacidad de ajuste del individuo y su calidad de vida se vea afectada. La influencia del estrés en la aparición y en el desarrollo de enfermedades ha sido comprobada por múltiples investigaciones.

Antes de declararse una enfermedad o un síntoma, la persona se encontró, probablemente, sometida a una presión excesiva en relación con su capacidad de tolerancia y esto desencadenó en su organismo una serie de procesos neurofisiológicos que condujeron al desequilibrio. Este puede llegar a manifestarse tanto en el plano físico como en el mental o espiritual.

La reflexología es una ayuda de suma importancia para aliviar el estrés. La profunda relajación que provoca esta terapia estimula la producción de endorfinas, hormonas que segrega el cerebro y que, a través del sistema circulatorio, llegan a todo el organismo.

Las endorfinas funcionan como analgésicos naturales que alivian la tensión, calman el dolor y elevan la producción de defensas del cuerpo, despiertan sensaciones de alegría y facilitan la conexión con el placer.

 

Elevar las defensas del organismo

A través de sus órganos y anticuerpos, el sistema inmunológico se ocupa de preservar la salud del cuerpo. Detecta y destruye las células que reconoce como extrañas tanto sean las generadas por el propio organismo y que poseen alguna falla genética, como las que provienen del mundo exterior y constituyen algún tipo de amenaza.

Un sistema de defensas pobre en recursos hace que la persona sea propensa a padecer, habitualmente, múltiples y variados desórdenes.

Así como el ser humano posee la capacidad de enfermarse también tiene la de curarse. El estímulo reflexológico despierta al sanador que toda persona lleva en su interior. Quienes reciben tratamiento reflexológico suelen observar que sus defensas están más altas si las comparan con otras etapas de su vida. Se enferman menos que antes y, ante la exposición a gérmenes o probabilidad de contagios, la respuesta de su organismo es mucho más eficiente. También expresan que han desarrollado un mayor registro de sus necesidades y de su capacidad para poner límites a aquello que perciben como dañino tanto en lo referente a los vínculos como a las propias acciones perjudiciales.

 

Permitir el tratamiento de problemáticas latentes

Los pies expresan los desequilibrios de la persona a través de áreas con- gestionadas o doloridas, arenillas, cristales, tensión muscular, desórdenes articulares o engrosamiento de la piel, entre otras manifestaciones. Estos datos le permiten al reflexólogo trabajar sobre estos signos aun cuando el paciente no tiene síntomas manifiestos de que existe algún tipo de desequilibrio en los órganos reflejados en estas áreas. De esta manera, y a modo de terapia preventiva, la reflexología permite tratar problemáticas antes de que éstas se manifiesten.

 

Producir efectos en todos los planos de la persona

En el plano del cuerpo se observa que el efecto de un tratamiento reflexológico favorece una mejoría o remisión de la condición que lo llevó a la consulta o, al menos, permite el acceso a una mejor calidad de vida.

En el plano mental, es notoria una mayor flexibilización y desarrollo de la capacidad de cambio. La persona se torna más consciente de sus sensaciones, sentimientos, pensamientos y actos. Se amplía su percepción con respecto a sí misma y a su entorno. Se observa una mayor y mejor conexión con las propias necesidades y deseos, una mayor capacidad de acción tendiente a satisfacerlos y una mayor fluidez en la relación con los otros. Como consecuencia de este incremento en la conexión consigo misma, la persona ve facilitada su búsqueda espiritual, accionando hacia valores trascendentes y esenciales.

 

La salud holística

Desde una mirada causal, la medicina tradicional da importancia a los factores patológicos en el origen de la enfermedad. La medicina holística, en cambio, observa las variables biológicas, personales, culturales, sociales y ambientales implicadas en los procesos de salud-enfermedad. Considera a la enfermedad como un desequilibrio en el que intervienen todos los factores mencionados. Observa a los síntomas como emergentes de relaciones poco eficaces entre el organismo, la historia personal, el estilo de vida, la carga genética, la escala de valores, las creencias y la postura ante la vida en general y las relaciones con el contexto.

Desde una postura de prevención en salud, este abordaje intenta promover el reequilibrio de los diferentes planos en el individuo y establecer y mantener un balance entre éste y el entorno.

En base a todo lo expuesto, la salud holística o integral podría definirse como el estado, frecuente y relativamente estable, de bienestar en los planos del cuerpo, la mente, el quehacer, los vínculos, los sentimientos y las emociones.