Pasión por el hacer

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Crear concepto que cobije una idea, le dé marco, integre aspiraciones y construya adeptos es un desafío que en medio de la urgencia gastronómica se suele dejar de lado. En Crisol armaron un club con fundamentos y todo eso se saborea al final de la historia.

La tradición de darse un respiro y tomar un café es tan nacional como el obelisco. Hay en el espíritu argentino una necesidad de encuentro con la infusión que se comparte, se practica en soledad mirando la gente pasar o enfrascado en la lectura del diario del día o el libro bajo el brazo. Las reuniones de trabajo, el espacio prolongado de home office, el encuentro casual, el descanso robado a la jornada intensa, la escala de pasada, el furtivo encuentro al mediodía para tomar aire en una charla amistosa, el reparo de energías antes de volver a casa o la ilusión de proyectos nuevos… todo eso pasa por el café nacional.
Cuando a esa energía personal se le suma una propia del espacio las cosas mejoran. En Crisol tuvieron muy en cuenta eso de las vibras cuando crearon su concepto. Pensaron en un espacio diverso y abierto en el que conviven el espíritu del clásico cafetín porteño con el de las cafeterías modernas adaptadas a las necesidades de hoy. Sumaron dos términos que se traslucen: calidad y calidez.

Un cierto tono musical

La armonía del lugar ayuda a enfocar positivamente la energía. Hay una suma de detalles que parecería ser exagerada, pero cuando se entra en la dinámica, todo armoniza.
Como en todo espacio gastronómico, lo que vale, en el fondo, es lo que se prueba. El café decididamente ha sido una de las opciones privilegiadas de Crisol. Aunque lo exhiben expresamente en las paredes, lo que prometen, se cumple en el pocillo.
El menú es sintético pero creativo, con opciones de fondo rápidas para las necesidades del comensal con poco tiempo, pero vienen presentadas de manera gourmet, con balance en la salud sin perder el placer de sabor. Las propuestas diarias siguen esa tónica, son abundantes y generosas en la inclusión de ingredientes.
La meta es comer rico y pasarlo bien. Un espacio luminoso y una cocina con ganas logran el objetivo. Dejan con ganas de proponer: «¿Nos vemos en Crisol?»