Pausas laborales saludables

Por Andrea Jatar, creadora de De la Olla (www.delaolla.com.ar)

¿Cómo valoramos el almuerzo en el trabajo? ¿Cuán importante es esta comida para recargar energía, como herramienta social y como factor emocional?
El almuerzo, además, es una pausa necesaria para encontrarnos con nosotros mismos y con quienes compartimos la mayor parte del día. Y los «breaks» o pausas entre reuniones, también son una oportunidad para que un mini refrigerio lleve de nuevo nuestra atención a buen nivel.

Haciendo un poco de historia: si bien la humanidad no tenía como rutina las cuatro comidas diarias que hoy conocemos (más bien la gente comía sólo una vez al día, luego de la jornada laboral), a partir de la Revolución Industrial, cuando los horarios de trabajo eran super extensos, las personas empezaron a reponer energía más o menos a la mitad de su jornada para poder ser productivos hasta el fin del día. Entonces, aparecieron los primeros «bocadillos industriales» que se vendían afuera de las fábricas. El tiempo fluyó, los horarios se hicieron más amplios y comenzaron a aparecer hábitos de desayuno para llegar al trabajo con fuerza luego de una noche en ayunas, de almuerzo o bocadillo de mediodía para que el cuerpo vuelva a rendir bien, y de cena, porque era la comida más importante, y el momento de relajarse y socializar con los más queridos. Así como en el trabajo había horarios que cumplir, poquito a poquito y paso a paso la población de ese entonces fue iniciando una rutina para alimentarse, mientras tiempo después la ciencia comprobaba lo beneficioso que es para el cuerpo humano el respetar hábitos para satisfacer todas sus necesidades básicas. Y hasta aquí llegamos hoy. Con las recomendaciones nutricionales de no saltearnos comidas, de no hacer ayunos extensos, de cuidar la calidad y la cantidad, en fin.

Cuando era joven, mi mamá cada día me preparaba el hermético con el almuerzo y las colaciones del día siguiente. Había oficinas con microondas, pero lo más usual era que me comiera los fideos fríos, el risotto a modo de ensalada, el asado al horno como si fuese un fiambre, con agua de la canilla (me llevaba el vaso y lo guardaba cuidadosamente en el cajón de mi escritorio). Eran otras épocas. Luego llegaron los «ticket canasta» y no quedaba otra que gastarlos comiendo afuera. Chau vianda casera, chau dieta saludable.
Pero ahora, tímidamente retorna ese buen hábito. Con oficinas mejor equipadas, con comedor, dispenser de bebidas y hasta algunas, con frutas y snacks saludables, la pausa es un oasis de placer en medio de la rutina laboral.
Eso sí, siempre que tengamos a mano rica comida y buena compañía para compartir uno de los momentos más placenteros: la alimentación.