Política | Elecciones
El oficialismo libertario logró un crecimiento sin precedentes, pasando de 7 a 20 senadores, mientras que el peronismo sufrió su peor retroceso en la Cámara Alta. El mapa político cambia y obliga a nuevos acuerdos estratégicos.
El resultado de las elecciones legislativas marcó un antes y un después en la composición del Senado argentino. Con una elección contundente en todo el país, La Libertad Avanza (LLA) logró casi triplicar su representación, alcanzando 20 bancas propias y consolidándose como una fuerza central en el Congreso.
Aunque aún no alcanza el quórum necesario (37) ni el tercio bloqueador (25), el oficialismo encabezado por Javier Milei queda en una posición privilegiada para negociar y avanzar en su agenda legislativa. Los próximos dos años estarán definidos por la capacidad del Gobierno para tejer alianzas con sectores afines, incluidos gobernadores que ya mostraron apoyo en votaciones clave.
En contraposición, el peronismo sufrió una de sus derrotas más duras: descenderá de 34 a 28 senadores, quebrando por primera vez su histórico piso de 30. Si bien mantendrá la primera minoría, su margen de influencia se reduce considerablemente.
La situación también impacta a fuerzas tradicionales: la UCR baja de 13 a 9 escaños, el PRO de 8 a 6, y el bloque Provincias Unidas deberá definir su estrategia frente al nuevo equilibrio de poder.
Con este nuevo escenario, el Senado se convierte en un campo decisivo de negociación política, donde el oficialismo necesitará consenso para avanzar en nombramientos clave —como los de la Corte Suprema— y en futuras reformas estructurales.
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