25/08/2007 - Buenos Aires (EFE).- La centenaria Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ, peronista), históricos protagonistas de las contiendas electorales, quedaron desdibujados después de que sus dirigentes se dividieron en sectores de oposición o apoyo al gobierno nacional, cuya candidata presidencial, la primera dama Cristina Fernández, es ampliamente favorita en las encuestas.
La oposición, además, aún no ha podido capitalizar en intención de voto los escándalos de corrupción que salpicaron al gobierno en los últimas semanas, con la imputación de altos funcionarios, la renuncia de una ministra y el ingreso al país de un empresario venezolano con 800.000 dólares no declarados en el denominado "caso del maletín".
En este escenario, el líder de la fuerza de centroderecha Recrear, el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, decide por estas horas si sella un acuerdo con la candidata presidencial de la agrupación de centroizquierda ARI, Elisa Carrió, o si mantiene su alianza con el alcalde electo de Buenos Aires, el empresario Mauricio Macri, que encabeza la agrupación de centroderecha PRO.
La ilusión de López Murphy de poder reunir a Macri y Carrió en un único sector se diluyó este viernes cuando la vicejefa electa del Gobierno de Buenos Aires, Gabriela Michetti, dijo públicamente que para el PRO "es inadmisible un acuerdo con Carrió" debido a sus reiteradas críticas hacia al futuro alcalde.
Sin embargo, fuentes de Recrear admitieron que en las últimas horas hubo acercamientos de López Murphy, ex ministro de Economía y de Defensa del gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001), con Carrió, con quien compartió filas durante la década pasada en el radicalismo.
De hecho, la líder del ARI volvió a sus fuentes y selló un acuerdo con un sector de la UCR encabezado por Margarita Stolbizer, quien se postula como candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires en el marco de la Coalición Cívica, el conjunto de fuerzas que tendrá a Carrió como candidata presidencial.
El ala oficial del radicalismo, en cambio, tejió una alianza con el ex ministro de Economía y candidato presidencial, Roberto Lavagna, quien pelea junto a Carrió el segundo puesto en las encuestas, con una intención de voto que oscila los 11 puntos, una cifra rotundamente menor a los 45 puntos que exhibe la primera dama, en sintonía con la buena imagen del gobierno.
Lavagna, ministro del gobierno de Kirchner hasta noviembre de 2005, no sólo aglutina a un sector del radicalismo, visualizado en la candidatura a vicepresidente del titular de la UCR, Gerardo Morales, sino que también reúne a dirigentes del justicialismo.
Otro de los sectores opositores que se propone hacerle frente al gobierno de Néstor Kirchner es el "peronismo disidente", encabezado por los ex presidentes Carlos Menem (1989-1999) y Adolfo Rodríguez Saá (2001); y el gobernador de las provincia de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, entre otros dirigentes.
Este sector designó esta semana como candidato para las elecciones presidenciales del 28 de octubre próximo a Alberto Rodríguez Saá, quien acaba de ser reelegido gobernador por el 85,3 por ciento de los votos, en un rotundo triunfo aunque esperable, ya que no tuvo rivales de peso.
La decisión fue adoptada al cabo de una extensa reunión entre dirigentes del PJ, al que también pertenece Kirchner y que se encuentra intervenido por la Justicia Electoral a raíz de sus enfrentamientos internos.
De esta manera, Menem parece haber desistido así de su anhelo de presentarse nuevamente como candidato a presidente, luego de la derrota afrontada el pasado domingo en las elecciones a gobernador de la provincia de La Rioja, su tierra natal, en las que quedó tercero con el 21,8 por ciento de los sufragios.
En tanto, el gobernador de la provincia de Neuquén, el justicialista Jorge Sobisch, iniciará este lunes una licencia en su cargo para volcarse de lleno a su campaña presidencial.
Sobisch dará su primer paso la próxima semana cuando junto al escritor Jorge Asís, candidato a la vicepresidencia, anuncien formalmente su fórmula. EFE
Los sectores opositores en Argentina aún tejen alianzas con el objetivo de debilitar el fuerte liderazgo del oficialismo y hacer frente al quiebre de los partidos tradicionales, cuando faltan dos meses para las elecciones presidenciales. 