14/06/2009 - "Yo nací hoy", dijo Molina a la prensa a las puertas de la casa de su hijo, Roberto Quiñones, a las afueras de Buenos Aires, minutos antes de dirigirse a un hospital de la capital argentina, donde permanece ingresada su madre, Hilda Morejón, de 90 años.
La neurocirujana logró el viernes un permiso para viajar a Argentina por tres meses, prorrogable hasta once, y asegura que quiere regresar a su patria.
"A mi mamá no la voy a dejar, ojalá me la pudiera llevar a Cuba. (...) Voy a quedarme todo el tiempo que requiera su salud", dijo la médica, que rompió con el régimen de los Castro en 1994.
Molina dijo que la visita a su madre, que logró salir de Cuba en mayo de 2008 y sufrió una descompensación cardíaca, "va a ser una medicina para ella" y "un gran alivio".
La neuróloga relató que desde que supo del empeoramiento de la salud de Morejón, comenzó a escribirle todos los días una carta al presidente cubano, Raúl Castro, para que la dejaran viajar a Argentina.
En las misivas, le escribió que su mamá estaba grave, que se podía morir y que, si quería, estaba dispuesta a ir a un templo católico y jurar ante Dios que volvería a Cuba cundo "le cerrara los ojos" a su madre.
"Yo no estoy agradecida al Gobierno cubano. Yo estoy agradecida con todo el que no agreda a mi familia. Esto no es un favor, esto un derecho que me lo han violado durante quince años. Yo no tengo rencor con nadie", afirmó la disidente cubana, quien dijo a sus compatriotas que no deben "limosnear" por sus derechos.
Molina aseguró que sus nietos Roberto Carlos, de 13 años, y Juan Pablo, de 8, "son un tesoro" y que, en vez de cohibirse, la han tratado como si la hubieran conocida "de toda la vida".
También tuvo palabras para su hijo médico como ella, al que no veía desde hace quince años, y de quien dijo "no ha envejecido".
"Pensando que estaba construyendo para él una sociedad mejor, perdí de su niñez y de su adolescencia, momentos que no se repiten. Mi madre me lo crió. Pero yo pensé que estaba trabajando por su futuro y que luego podría disfrutar de mis nietos", dijo la mujer, de 66 años.
"Por eso les digo a las mujeres que la profesión más importante es ser madre y que no hay ideología, ni política ni trabajo que supere al trabajo de una madre", añadió.
La médica se emocionó al hablar de Pablo, el hermano de su nuera, la argentina Verónica Scarpatti, al que ubicó como "una de las personas más importantes en Argentina" para ella.
Pablo es discapacitado y fue paciente del Centro Internacional de Restauración Neurológica de La Habana, del que Molina fue directora y donde Scarpatti conoció a Quiñones, mientras su hermano recibía un tratamiento médico allí.
Quiñones y Scarpatti se casaron en La Habana el 14 de febrero de 1994 y la pareja se radicó en Argentina, donde el médico se nacionalizó en 1996. EFE