24/01/2008 - "El jefe del Estado está, como todos los franceses, orgulloso de este notable éxito", se apresuró a manifestar el portavoz de Sarkozy pocas horas después de que el joven tenista dejara KO a Nadal con un contundente 6-2, 6-3 y 6-2.
A las felicitaciones de Sarkozy siguieron las de otras autoridades francesas, como el primer ministro, François Fillon, o el secretario de Estado para el Deporte, Bernard Laporte.
La hazaña de Tsonga viene como anillo al dedo a un tenis francés ausente de referentes en los últimos años, cansado de ver como su torneo, Roland Garros, se les escapa desde que hace casi 25 años y como sus mejores raquetas se estrellan contra la impotencia.
Tsonga será el primer finalista francés de un Grand Slam desde que en 2001 Arnaud Clément se coló en el último partido de Australia en 2001.
Fue un fogonazo sin continuidad, como otros anteriormente, que no desembocaron en la creación de jugadores de talla.
Cédric Pioline perdió la final del Abierto de Estados Unidos en 1993 contra Pete Sampras y en Wimbledon hay que remontarse a los años de la inmediata postguerra para ver la bandera francesa ondear en la final.
Por eso la victoria de Tsonga ha recibido el aplauso general, deseosos como están los franceses de verle repetirlo en la final para elevarle al pedestal de la gloria, vacío en Francia desde que lo dejó vacante Yannick Noah.
"Francia entera será de corazón con él en la final", prosigue el portavoz de Sarkozy, sabedor de la importancia de que el deporte ayude a olvidar otros problemas del país.
Los franceses ya han puesto a funcionar la máquina de las comparaciones con Noah, un mito del deporte francés al que, como a Tsonga, su piel oscura le delata una procedencia extra-europea.
Como Noah, Tsonga hunde sus raíces en África. El ganador de Roland Garros de 1983 procedía de Camerún y el padre de Tsonga llegó a Francia desde el Congo y se instaló en un barrio de las afueras de Le Mans, donde nació Jo-Wilfried y sus dos hermanos.
Amante de la pesca y de los deportes colectivos, Tsonga destaca por su amabilidad y su humildad, según destacan sus compañeros.
Dueño de un tenis potente, atesora características que le permiten depositar las esperanzas de los aficionados galos, tales como un servicio poderoso, una derecha peligrosa, una volea espectacular y una mentalidad de ganador.
Por el momento, Tsonga no ha ganado nada que justifique la espectación que se ha creado en su entorno.
Pero la sed de héroes que tiene Francia convierte en un manjar de dioses la mínima gota de gloria que pueda emanar de su deporte.
Tsonga es ya un héroe nacional y sólo el tiempo dirá si su mito ha nacido para durar o es flor de un día. EFE