PolÃtica | Diputados
El Gobierno esquivó un golpe polÃtico y logró frenar la reforma de los DNU
Tras una votación ajustada en Diputados, el oficialismo consiguió evitar la aprobación de una ley que limitaba el uso de los decretos de necesidad y urgencia, aunque la pulseada deja en evidencia las tensiones internas y la fragilidad de las alianzas en el Congreso.
Hace 4 horas.
El Gobierno logró ganar tiempo y evitar un revés legislativo al frenar la reforma de la ley que regula los decretos de necesidad y urgencia (DNU) y los decretos delegados. Durante la votación en particular, el artículo tercero del proyecto obtuvo 127 votos positivos, dos menos de los necesarios para alcanzar la mayoría absoluta. Como resultado, la iniciativa volverá al Senado, donde había recibido media sanción.
La votación general cerró con 140 votos a favor, 80 en contra y 17 abstenciones, la mayoría de la UCR, que exhibió una postura dividida. El bloque liderado por Rodrigo De Loredo propuso postergar la aplicación de la norma hasta 2027, mientras Julio Cobos se desmarcó y respaldó la reforma al considerar que los DNU deben tener la misma jerarquía que una ley.
El oficialismo calificó la embestida opositora de “desestabilizante”, argumentando que la reforma pretendía debilitar al Poder Ejecutivo y trasladar el poder de decisión al Congreso, configurando una “democracia parlamentaria”. Diputados libertarios como Nicolás Mayoraz y Álvaro Martínez advirtieron que el kirchnerismo busca entorpecer la gestión de Javier Milei.
Desde la vereda opositora, figuras como Nicolás Massot y Miguel Pichetto defendieron la iniciativa al señalar que no se trata de un ataque al Gobierno, sino de un intento por evitar el abuso de los DNU. Pichetto reconoció haber acompañado la ley original en 2006, pero sostuvo que el uso excesivo de esta herramienta “debilita la democracia”.
En medio del debate, también se colaron las paradojas políticas: el oficialismo terminó defendiendo una ley que lleva el sello de Cristina Kirchner, mientras el kirchnerismo permaneció en silencio casi toda la sesión. Solo Mónica Litza, cercana a Sergio Massa, tomó la palabra para recordar que “el problema no es el instrumento, sino cómo se ha utilizado”.
El resultado dejó una sensación mixta: el Gobierno evitó una derrota inmediata, pero la discusión sobre los límites del poder presidencial y la relación con el Congreso promete seguir siendo un frente abierto en los próximos meses.