Policiales | Cuarenta años después
Identificaron al joven hallado en la casa donde vivió Cerati: Era Diego, tenÃa 16 años y desapareció en 1984
Cuarenta años después de su desaparición, una prueba genética confirmó que los restos hallados en una obra en Coghlan pertenecen a Diego, un adolescente buscado incansablemente por su familia. VivÃa en Belgrano, jugaba al fútbol en Excursionistas y fue asesinado en 1984.
Hace 13 horas.
Lo que comenzó como un derrumbe casual de una medianera en una obra en el barrio de Coghlan terminó revelando un crimen impune que permaneció enterrado durante cuatro décadas. Los restos encontrados el pasado 20 de mayo, en el terreno donde alguna vez vivió Gustavo Cerati, pertenecen a Diego, un joven de 16 años desaparecido en 1984 y buscado incansablemente por su familia.
Diego asistía a la ENET N° 36, en la ciudad de Buenos Aires, y jugaba al fútbol en el club Excursionistas de Belgrano. El 26 de julio de 1984, tras almorzar en su casa, salió rumbo a lo de un amigo y nunca regresó. Aquella misma noche, sus padres intentaron denunciar la desaparición, pero fueron desoídos por la Policía con una frase que retrata una época: "Ya va a volver, se fue con una mina".
La investigación, ahora en manos del fiscal Martín López Perrando, tomó un giro clave gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que confirmó la identidad mediante una prueba genética con la madre de Diego. Junto a 150 fragmentos óseos, los peritos hallaron una suela de zapato, un llavero, un reloj Casio, un corbatín escolar y una moneda japonesa de 5 yenes que el joven llevaba como amuleto.
El informe forense reveló que Diego fue asesinado por una herida punzante en el tórax. Además, el cuerpo presentaba signos de intentos de descuartizamiento y fue enterrado de forma improvisada a solo 60 centímetros de profundidad, evidenciando apuro.
La fiscalía sospecha que el crimen ocurrió en el mismo año de su desaparición. Aunque el caso podría estar prescripto, se intenta reconstruir qué ocurrió y quiénes fueron los responsables. Una mujer de avanzada edad y sus dos hijos, de apellido Graf, que vivían en la casa en 1984, podrían ser citados a declarar.
El padre de Diego falleció sin respuestas, siempre convencido de que su hijo había sido víctima de una secta. Fue la perseverancia de sus hermanos y su madre la que permitió finalmente ponerle nombre a los huesos hallados en Coghlan. Cuatro décadas después, la verdad empieza a emerger desde lo más profundo de una fosa olvidada.