Policiales | Madrugadas violentas
¿Otra vez la violencia a la salida de un boliche? Un DJ en coma y el recuerdo reciente de Colón
Alan Fonseca, de 21 años, fue brutalmente agredido en Zárate y pelea por su vida. El caso revive lo ocurrido en Colón, donde el hijo de un diputado fue detenido por un ataque similar. La violencia en patota a la salida de locales bailables vuelve a estar en el centro del debate.
Hace 10 horas.
La madrugada del domingo volvió a teñirse de violencia. En Zárate, el joven DJ Alan Fonseca, de apenas 21 años, fue atacado brutalmente a la salida de un boliche ubicado en calle Ameghino al 800, cuando terminaba su jornada laboral. Al menos dos agresores lo interceptaron, lo golpearon salvajemente y escaparon del lugar. Hoy, Alan permanece en coma, intubado y con un diagnóstico reservado, tras sufrir una fractura de cráneo y un derrame cerebral.
Fue trasladado primero al hospital Virgen del Carmen, pero dada la gravedad, debió ser derivado a una clínica especializada en San Fernando. Según su padre, el ataque podría estar vinculado a un conflicto personal con el exnovio de su pareja, aunque no se descartan otras hipótesis.
Mientras la Fiscalía de Zárate-Campana intenta identificar a los agresores, el caso trae inevitablemente a la memoria lo ocurrido hace apenas semanas en la localidad vecina de Colón, donde otro episodio de violencia a la salida de un boliche también conmocionó a la región.
Allí, Gino Ansaloni, hijo del diputado de La Libertad Avanza Pablo Ansaloni, fue detenido tras permanecer dos semanas prófugo, acusado de haber golpeado en patota a Guido Ruiz, un adolescente de 17 años. El ataque fue captado por las cámaras de seguridad y generó repudio generalizado por su brutalidad y por las secuelas físicas permanentes que sufrió la víctima.
La similitud entre ambos casos –jóvenes atacados en grupo, a la salida de un boliche, con consecuencias gravísimas– reaviva el debate sobre la violencia en patota y la falta de controles efectivos en la nocturnidad. Como en el caso Fernando Báez Sosa, la sociedad vuelve a preguntarse:
¿cuántas víctimas más se necesitan para que se actúe con firmeza?