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José María Ots Capdequí ~ Francisco Arias Solís4/8/2010
 

JOSÉ MARÍA OTS CAPDEQUÍ

(1893-1975)


Pero además, lejos de ser así, es la política que encarnan los

hombres de la legalidad republicana, la que representa, en todos los

órdenes, un sentido de continuidad histórica en la personalidad

tradicional de las nacionalidades españolas; y son ellos, los

sublevados, los pretendidos nacionales, los que quieren imponer

una desviación en los destinos de España, entregando nuestro país en

vasallaje, para conseguir un apoyo eficaz en defensa de sus privilegios.”

José María Ots Capdequí.

 
LA VOZ CON VOCACION AMERICANISTA


El abogado valenciano y catedrático de Historia del Derecho español José María Ots Capdequí ha dejado una obra importante sobre las instituciones del Derecho indiano que arranca desde su tesis doctoral sobre la condición jurídica de la mujer en la legislación de Indias.


José María Ots Capdequí nació en Valencia en 1893 y falleció en Benimodo, Valencia, el 20 de septiembre de 1975. Estudia derecho en las universidades de Valencia y Zaragoza, trasladándose a Madrid para cursar el doctorado en la Universidad Central, donde tuvo como profesor a Rafael Altamira. Su tesis doctoral tuvo por título Bosquejo histórico de los derechos de la mujer en la legislación de Indias. En 1921 obtuvo la cátedra de Historia de la Facultad de Derecho de Barcelona, en la que estuvo poco tiempo al permutarla por la cátedra de la Universidad de Oviedo. En 1924 pasó a ocupar la cátedra de la Universidad de Sevilla y en 1931 la de la Universidad de Valencia, de donde retornó de nuevo a Sevilla al ser comisionado para desarrollar los estudios americanistas de dicha Universidad, donde llegó a ser el centro del americanismo, dirigiendo el Instituto Hispano-Cubano de Historia y el Centro de Estudios de Historia de América, adscrito a la Universidad (después Escuela de Estudios Hispano-Americanos). Trabajaron con él como colegas o como alumnos, gran número de historiadores del Nuevo Mundo: Chacón y Calvo, Zavala, Pereyra, Haring, Castillo, Basadre, Bascuñán, Romero, Coicu, y tantos otros de los que iban al Archivo de Indias para reconstruir el pasado español de sus países o para aclarar aspectos de las fronteras nacionales. La rebelión militar del general Franco le sorprendió en Valencia, donde fundó y presidió la Alizanza d'Intelectuals per la Defensa de la Cultura. Colaboró en la revista Hora de España. Se incorporó como responsable de universidades, al equipo del Ministerio de Educación. Al finalizar la guerra emprende el camino del exilio. Se instala en Bogotá, reclamado por el presidente de Colombia, Eduardo Santos, aficionado a la Historia. Colaboró en Las Españas, la revista más importante del exilio español. Fue delegado en Colombia de la Unión de Profesores, que agrupaba a todos los profesores universitarios españoles desterrados. En Bogotá enseña la Historia del Derecho español e indiano en las cuatro o cinco Escuelas y Facultades de Leyes que existen, pero a más es un asiduo visitante del Archivo Nacional donde examina cientos de legajos y toma las notas que dieron por resultado diversas obras que, a lo largo de los años, se publicaron en México, Colombia, Whashington D.C. y, más tarde, a su regreso en España. Su labor durante los años de exilio, no se circunscribió exclusivamente a Colombia, sino que como profesor visitante, enseñó en la República Dominicana (1944), Puerto Rico (1946) y Lima y Quito (1952). Su obra tuvo repercusión continental, y la creación de cátedras de Historia del Derecho español e indiano, como parte del Derecho nacional, en gran número de universidades hispanoamericanas, se debe a su presencia en América. En 1953 regresó a Valencia, pero no recuperó su cátedra hasta 1962, poco antes de su jubilación.


Entre los títulos más relevantes de su extensa obra se cuentan: El derecho de familia y el derecho de sucesión en la legislación de Indias (1921), El derecho de propiedad en nuestra legislación de Indias (1925), Las instituciones sociales en la América española durante el periodo colonial (1934), El Estado español en las Indias (1940), Estudios de historia del derecho español en las Indias (1940), El régimen de la tierra en la América española durante el periodo colonial (1944), El siglo XVIII español en América (El Gobierno político del Nuevo Reino de Granada) (1945), Nuevos aspectos del siglo XVIII español en América (1946), Las instituciones del gobierno del Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII (1950), España en América: las instituciones coloniales (1952), Las instituciones del Nuevo Reino de Granada en vísperas de la Independencia (1954), The Impact of the Wars of Independence on the Institutional Life of the New Kingdon of Granada (1960), Solórzano y la política indiana (1965,en colaboración con Javier Malagón Barceló) y Manual de Historia del Derecho español en América y del Derecho propiamente indiano (2vols., 1945, 1966), que ha sido utilizado como obra de texto en la mayoría de las Facultades de Derecho o Escuela de Leyes de las universidades hispanoamericanas y como libro de consulta en muchos de los departamentos latinoamericanos de los Estados Unidos. Y como dijo el intelectual valenciano: “Un pueblo como el español, con solera de tan viejas culturas y civilizaciones, tiene perfectamente ganada su mayoría de edad política para poder disponer libremente de sus propios destinos”.


Francisco Arias Solís


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Fernando Fortún ~ Francisco Arias Solís18/7/2010
 

FERNANDO FORTÚN

(1890-1914)


Eran grupos herméticos, que siempre conspiraban,

en esa bella época de las revoluciones...

Al pasar, confundidas palabras se escuchaban:

el oro inglés..., el día del grito..., los masones...”

Fernando Fortún.


LA VOZ DE VIDA BREVE


Fernando Fortún, poeta de salud precaria y de vida efímera, fallece antes de cumplir los veinticuatro años de edad, comparte sus composiciones poéticas con los poetas crepusculares de principios del XX, Tomás Morales, Enrique Díez-Canedo, Ángel Vegue y Goldoni, Alonso Quesada y Pedro Salinas. En el prólogo de La hora romántica, su única obra publicada en vida, escrito por su amigo el poeta almeriense Francisco Villaespesa, se nos describe fielmente la poesía del poeta madrileño: “Prefiere el dibujo al color, huye de los tonos agrios, de notas ásperas, buscando en cambio, las grandes pausas, los grandes silencios, porque en ellos siente mejor el ritmo interno de su alma...” Y Juan Ramón Jiménez nos dejó el retrato del poeta, parecía “un Chopin, adolescente y elegante, fresco y mustio a un tiempo..., un joven ciprés abatido levemente por yo no sé que viento”.


La poesía de Fortún está llena de frecuentes evocaciones de la infancia, y, especialmente, del pasado, impregnadas de una de una dulce melancolía, como en estos versos: “Por vosotras, románticas, aún mi corazón arde; / a este mundo tan viejo, he venido muy tarde, / debí ser vuestro amante y he sido vuestro hijo”. O en estos otros: “En una vieja caja que olvidada / arrinconó mi ama en un desván / de nuestra antigua casa abandonada / vagos recuerdos de mi infancia están.”, de tonos becquerianos y de un virtuosismo técnico notable.


Fernando Fortún nace en Madrid el 30 de mayo de 1890 y fallece en Las Rozas, Madrid, el 6 de mayo de 1914, a causa de una tuberculosis pulmonar. Estudia bachillerato en el Instituto General y Técnico de San Isidro y Derecho en la Universidad Central, estudios que finalizaría en 1910. Colabora en varias revistas de la época, entre ellas, Prometeo de Ramón Gómez de la Serna que ve la luz en 1908, y en la que publica poemas y traducciones, y la Revista Latín, de Francisco Villaespesa. Asiste a tertulias como la de Carmen de Burgos, escritora conocida con el seudónimo de Colombine. Vive durante algún tiempo en París en 1910, al siguiente año, en Ginebra. Viaja a Jerez, Sevilla y Málaga en 1913. Ese año editó con Enrique Díez-Canedo, una antología titulada La poesía francesa moderna, con magníficas traducciones de simbolistas y parnasianos franceses, que tuvieron gran influencia entre los jóvenes poetas de la época.


En 1907, cuando el poeta sólo tenía diecisiete años, apareció su primer y único libro publicado en vida, La hora romántica. Después de su muerte se publica Reliquias (1914), en el que se recogieron textos en prosa, cartas y poemas que dejó inéditos.


Y como dijo el poeta de vida breve: “ Y la paz es profunda; / no llegan los rumores desde fuera. / Los empolvados libros / quedamente bostezan... / Y delante de mí, abierto un tomo, / que sin verlo mis ojos lo contemplan”.


Francisco Arias Solís


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