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Alberto de Paz y Mateos por Francisco Arias Solís20/3/2010
 

ALBERTO DE PAZ Y MATEOS

(1915-1967)


Lo nuevo tiene que sorprender aunque los

primeros sorprendidos seamos nosotros

mismos.”

Alberto de Paz y Mateos.


LA VOZ DEL PADRE DEL TEATRO MODERNO VENEZOLANO


El ponferradino Alberto de Paz y Mateos compartió su exilio entre Francia, Santo Domingo, Venezuela y Estados Unidos. En Venezuela su nombre ha quedado vinculado a uno de los teatros más famosos de Caracas y está considerado como el padre del teatro moderno venezolano.


Alberto de Paz y Mateos nació en Ponferrada, León, el 17 de enero de 1915 y falleció en Caracas el 29 de septiembre de 1967. Su padre fue fiscal de la Audiencia de A Coruña y con posterioridad fiscal general de la República. En A Coruña estudió bachillerato en el colegio de los Hermanos Maristas y en el colegio Francés. En 1931 se trasladó a Madrid para cursar derecho en la Universidad Complutense, en la que obtuvo la licenciatura en 1936, a punto de producirse la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco. Había sido miembro de la compañía teatral estatal “La Barraca” de García Lorca. Al finalizar la guerra emprende el camino del exilio, pasando a Francia, donde estuvo internado en el campo de concentración Argelès sur Mer, hasta que pudo establecerse en París. En noviembre de 1939 llegó a la República Dominicana. Estuvo trabajando en la Radio Dominicana y como visitador médico. En enero de 1942 publicó en Santo Domingo una breve pieza, El marinero ciego, con cartel anunciador y decoración de otro exiliado, Eugenio Fernández Granell. En una editorial imaginaria, pero llamada por él “Saudade”, publica con intencionada omisión de lugar (Ciudad Trujillo) un libro de poemas, Canto en cinco variaciones, que podría resumirse como variaciones en torno a un tema: la soledad. Se trata de poesía, efectivamente, de tema saudosista, en contraste “con la sociabilidad del autor y su buen humor personal”, como nos hizo observar Vicente Lloréns en sus Memorias de una emigración. Santo Domingo, 1939-1945. Colaboró en Santo Domingo en la revista La Poesía Sorprendida (1943-1945), junto con otros poetas españoles del exilio (entre otros, Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez), y en Cuadernos Dominicanos de Cultura (1943).


En 1945, Alberto de Paz llegó a Venezuela y comenzó a dirigir el Teatro Experimental del Liceo Fermín Toro, poniendo en escena obras de Cervantes, Valle Inclán, Lope de Rueda, etc., y situándolo en la vanguardia del teatro venezolano. Fue nombrado asistente de la cátedra de Literatura de la Universidad de Wyoming, Laramie, Estados Unidos, en la que dictó cursos de literatura dramática y de novela contemporánea. Viajó a Hollywood y trabajó en la National Broadcasting Company, Incorporated (NBC), propietaria de varias cadenas de radio y televisión y en el departamento de traducciones, adaptaciones y diálogos de la empresa cinematográfica Warner Bross. En 1950 regresó a Venezuela, puso en escena obras de Jean Cocteau y Eugene O'Neill. En 1952 fue nombrado director artístico de la TV Nacional, al tiempo siguió dirigiendo obras de Lope de Vega (La dama boba), de Federico García Lorca (La casa de Bernarda Alba, Yerma, La zapatera prodigiosa, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Doña Rosita la soltera), de Arturo Uslar Pietri (Chuo Gil) y de Sófocles (Electra). El 4 de junio de 1962 estrena en el Teatro Municipal de Caracas su obra El acordeón, “monólogo esbozado para un buen actor”. El violento movimiento sísmico ocurrido en Caracas en julio de 1967, conocido como Terremoto Cuatricentenario de Caracas, pues se celebraban los cuatro siglos de la existencia de la ciudad, le impresionó y afectó profundamente hasta del punto de no poder conciliar el sueño. El 27 de septiembre de ese año, se disponía a viajar a Madrid para visitar a su madre y tuvo que regresar del aeropuerto al sentirse mal. Dos días más tarde sufrió el infarto de miocardio que acabó con su vida. Y como nos dijo el padre del teatro moderno venezolano: “Mas la vida no es un par de zapatos viejos que se arroja al cesto de la basura, al cual todos los días... van a parar los sueños y mil esperanzas...”

Francisco Arias Solís


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Enrique López Alarcón por Francisco Arias Solís19/3/2010
 

ENRIQUE LÓPEZ ALARCÓN

(1881-1948)


Mas no podemos ofrecerte flores,

que en abril, esplendente primavera,

se fueron a formar los tres colores

que esmaltan el cendal de la bandera;

pero... aún le queda al vate la jornada

del poema de España libertada.”

Enrique López Alarcón.



LA VOZ DE UN DRAMATURGO MALAGUEÑO


El poeta, dramaturgo y periodista malagueño exiliado en Panamá, Santo Domingo y Cuba, país donde falleció, es un representante del teatro poético iniciado en España a principios del siglo XX por Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina, y que fue continuado, entre otros, por Ramón Goy de Silva, Luis Fernández Ardavín, Joaquín Dicenta, Joaquín Montaner, Ramón de Godoy Sala, Antonio y Manuel Machado, Fernando López Martín, Pedro Muñoz Seca y Miguel Echegaray; que en su exilio tuvo que dedicarse, como tantos otros, al periodismo. En el homenaje a Villaespesa, que había vuelto enfermo y abatido de América, celebrado en el Teatro Español de Madrid el día 25 de enero de 1932, al que asistió el presidente de la República, Aniceto Alcalá Zamora, intervino junto, con Manuel Machado, Eduardo Marquina, Fernández Ardavín, recitando poemas al amigo y poeta almeriense.


Enrique López Alarcón nació en Málaga el 22 de junio de 1881 y falleció en La Habana en 1948. Cursó sus estudios primarios en su ciudad natal con los jesuitas desde donde pasó a la Universidad de Granada para estudiar Filosofía y Letras. Con veintidós años se marcha a Madrid, donde ejerció de redactor de numerosas publicaciones La Época, La Tribuna, El Nuevo Evangelio, El Mundo, El Intransigente y La Mañana. Fue fundador de La Gacetilla y del periódico literario Gil Blas y director del Teatro Español de Madrid. Durante la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco, frecuentó los círculos anarquistas, colaborando en sus periódicos. En su exilio, tras breves estancias en Panamá y Santo Domingo, llegó en 1940 a La Habana, donde murió. En los años dominicanos publicó una colección de sonetos, titulada Sonetos a Trujillo, probablemente con la intención de poder salir del país. Y en La Habana publicó Soy español. Madrigales y sonetos (1940) y el poemario Martí (1942), también fue director de algunas puestas en escena del grupo Teatralia.


Entre los títulos de mayor relieve de su numerosa obra dramática se cuentan: Golondrinas(1905), Con mujer y sin mujer (1905), La sal de Madrid (1926), Voy a ser cocota (1926), una comedia casi picaresca, de la que el crítico de ABC escribió: ”… y si a ello se añade un diálogo pulcro y elegante como corresponde a los prestigios de López Alarcón, fácilmente se comprenderá el agrado con que fue escuchada la obra”, Vivir (1929), La Dictadura (1930), Romance caballeresco: Comedia melodramática a la española, escrita en verso, en tres actos y un epílogo (1933) y Los majos del Perchel (1935), comedia lírica estrenada en el Teatro Calderón de Madrid. En colaboración con otros dramaturgos escribió un buen número de obras, con José Ignacio Alberti, Sebastián el bufanda, o, El robo de la calle Fortuny: película policíaca en cuatro actos y en prosa, estrenada en el teatro Romea de Madrid, en 1916, y El collar de esmeraldas (1918); con Cristóbal de Castro Gutiérrez, Gerineldo. Poema en cuatro jornadas (1909), Los insaciables (1909), comedia picaresca en prosa, en cuatro actos, Las manos largas (1926) y La mano de la reacción, zarzuela; con Ramón de Godoy y Sala, La Tizona (1917), drama romántico, y La madre Quimera, farsa romántica en cuatro jornadas (1918); con Alfredo Escosura, La Maragata (1931), zarzuela, y con Fernando Alarcón, Paleta, humorada lírica en tres actos y veinte cuadros que se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid, el 9 de junio de 1933. Entre las traducciones y versiones escénicas señalamos: en colaboración con otros autores, Fígaro, barbero de Sevilla y El casamiento de Fígaro, de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais; Fortunata y Jacinta, versión escénica de la novela de Galdós, Fuenteovejuna, versión de Lope de Vega, y Piénsalo bien, traducción de Pirandello. Como poeta su obra fundamental es Constelaciones (1906). Entre sus novelas citamos: La cruz del cariño (1909) y Melilla 1909; crónica de un testigo, diario de la guerra escrito durante las operaciones en el Rif (1911), en que recoge su experiencia como corresponsal de guerra de El Mundo, en la Campaña de África de 1909.


Este poeta malagueño muerto en su exilio en La Habana, nos dejó estos versos : “Si Cuba libre nos da su leyenda, / clava el pendón y levanta tu tienda. / ¿Dónde encontrar, como hallamos aquí, / yunque y martillo, tambor y trofeo? / ¿Dónde el machete de Antonio Maceo? / ¿Dónde la estrofa y la fe de Martí?”


Francisco Arias Solís


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