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Promoción de la paz, la libertad, la cultura y la tolerancia.

Elena Garro ~ Francisco Arias Solís23/6/2010
 

ELENA GARRO

(1920-1998)


Estaba en España hacía unos días para asistir a un congreso de

intelectuales antifascistas. Yo no era intelectual, ni era anti nada.

Era coreógrafa del Teatro Universitario y me estaba licenciando

en Letras. Mis ídolos eran los bailarines del ballet ruso de

Montecarlo, pero me había casado unos días antes con un poeta

invitado: Octavio Paz, que formaba parte de la delegación

mexicana, compuesta por Carlos Pellicer y José Mancisidor. La

delegación creció con los que se auto invitaron y llegaron a

España a darme la lata acusándome de “pequeña burguesa...”.

Elena Garro.

 


LA VOZ PRECURSORA DEL REALISMO MÁGICO


Elena Garro, la escritora más importante del siglo XX mexicano, viaja a España, acompañando a su esposo Octavio Paz para asistir en julio de 1937 al II Congreso Escritores convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas. En sus recuerdos de aquel viaje nos ha dejado un breve y curioso retrato del poeta Luis Cernuda: «En Valencia también, cuando me escapaba a la playa, veía todos los días a un inglés tendido sobre una toalla blanca y con un bañador azul. Nadie se bañaba, sólo aquel solitario y yo. Los chiringuitos estaban cerrados y la playa desolada. No fue él quien me dirigió la palabra fui yo: “¿Usted es inglés?”... “No. Soy español”. “Pues tiene usted un color más bonito que el mío”, dije. “Es que hace más tiempo que vengo a la playa”, contestó. “Yo casi no puedo venir. Estoy casada con un poeta y a esa gente no le gusta el deporte...”, dije. El joven rubio enrojeció aún más: “Yo también soy poeta me llamo Luis Cernuda”, dijo...» Y también de Manuel Altolaguirre, nos dejó dicho: «Los intelectuales andaban atareados con el congreso y “las ponencias”. Yo, con el miedo, Manolo Altolaguirre, con los ojos canela clara y la sonrisa infantil, me aseguró: “Elenita, no te preocupes, yo también tengo muchísimo miedo. Mira, le estaba escribiendo a Conchilla, para que volviera con Palomita y justamente en el momento en el que escribía: “Conchilla puedes volver, estoy mirando la cuna de Palomita y no sucede nada”, se produjo una explosión, desapareció la cuna y el cuarto y yo me quedé agarrado a una camisa. ¡Claro que Conchilla y Palomita se quedaron en Londres...! Y Manolo miró al cielo. Se comentaba mucho el misterio del matrimonio del poeta angelical Altolaguirre con la feroz campeona de natación Concha Méndez...»


Algunos episodios de la guerra Cristera (1926-1929) quedaron plasmados en la más conocida de sus novelas Los recuerdos del porvenir (1963), premio Xavier Villaurrutia, compartido con La feria de Juan José Arreola. Una de las últimas novelas del exiliado español en México Virgilio Botella Pastor, Tal vez mañana, se había anunciado antes como “Los recuerdos del porvenir”, rótulo que fue cambiado al aparecer la novela de Elena Garro del mismo título. Elena Garro por su obra Los recuerdos del porvenir, está considerada la precursora del realismo mágico.


La escritora, coreógrafa y periodista Elena Garro Navarro nace en Puebla el 11 de diciembre de 1920 y fallece en Cuernavaca el 23 de agosto de 1998, vencida por el cáncer de pulmón, provocado por el tabaco, del que fue adicta desde muy joven. De padre español y madre mexicana, vive una infancia alegre en la Ciudad de México. A causa de la guerra Cristera, permanece cierto tiempo con su familia en Iguala. En Ciudad de México estudia coreografía y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoce a Octavio Paz, con quien contrae matrimonio en 1937, poco antes de emprender su viaje a España para asistir al II Congreso de Escritores. Con Paz vivió un matrimonio turbulento al que pusieron fin en 1959. La manipulación de unas declaraciones con motivo de la masacre de Tlatelolco en las que se inculpaba a algunos intelectuales mexicanos de haber incitado a los estudiantes para más tarde no prestarles ningún tipo de ayuda, le obligaron a exiliarse primeramente en Estados Unidos y posteriormente instalarse en Francia, durante veinte años. A su regreso a México, vive humildemente en Cuernavaca, con su hija Helena y rodeada de numerosos gatos.


Su carrera como narradora se inicia con la novela Los recuerdos del porvenir (1963) y la colección de relatos La semana de colores (1964), libros en los que se muestra como precursora de la corriente narrativa enmarcada dentro del realismo mágico hispanoamericano. Posteriormente su obra adquiere un tono reivindicativo y feminista, centrándose fundamentalmente en el tema del poder: Andamos huyendo, Lola (1980), La casa junto al río (1983) y Busca mi esquela & Primer amor (1996, Premio Sor Juana Inés de la Cruz). Es autora, además, de varias obras teatrales, entre las que destacan: La mudanza (1959), La señora en su balcón (1960), Felipe Ángeles (1978). En 1992 Garro publica Memorias de España, 1937. Finalmente, recordaremos nuevamente su estancia de la gran escritora mexicana en España: “El congreso se marchó a París y nosotros volvimos a Valencia, en donde encontramos a Miguel Hernández a quien quise mucho. No olvidaré jamás como partía los melones con una navaja resortera que sacaba del bolsillo de su pantalón de pana... tampoco olvidaré las fotos de Josefina, que me mostraba con orgullo”.

Francisco Arias Solís


Paz y Libertad.


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Julien Benda ~ Francisco Arias Solís21/6/2010
 

JULIEN BENDA

(1867-1956)


No hacemos más que permanecer en la línea que nos trazaron

estos hermanos mayores, que continuar en la dirección del

verdadero intelectualismo, aportando, con toda nuestra alma, el

tributo de nuestra adhesión al Gobierno de la España

republicana, sobre el que recae hoy el trágico honor de

representar la causa de la Justicia y de la Libertad contra las

eternas potencias del obscurantismo.”

Julien Benda. Discurso en el II Congreso de Escritores.

LA VOZ DE UN INTELECTUAL LEAL


El escritor y filósofo Julien Benda, famoso autor de La Trahison des clercs ( La traición de los intelectuales , 1927), junto con André Malraux, André Chamson, Louis Aragon, Claude Aveline, Tristán Tzara, y René Bloch, fueron los representantes franceses que asistieron al II Congreso de Escritores convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas que reunió en Valencia, en julio de 1937, a José Bergamín, Corpus Barga, Antonio Machado, Pablo Neruda, Fernando de los Ríos, Ramón J. Sender, Vicente Huidobro, Octavio Paz, Carlos Pellicer, José Mancisidor, Juan Marinello Vidaurreta, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Raúl González Tuñón, Pablo Rojas Paz, Cayetano Córdova Iturburu, Elena Garro, Bertolt Brecht, Ludwig Renn, Theodor Balk, Willy Bredel, Egon Erwin Kisch, Heinrich Mann, Maria Osten, Anna Segher, Kurt Stern, Gustav Regler, Erich Weinet, Iliá Ehrenburg, Ernest Hemingway, César Vallejo, Rafael Dieste, Rafael Alberti, John dos Passos, Martin Andersen-Nexö, Se-U, Stephen Spender, Emilio Prados, María Teresa León, Arturo Serrano Plaja, Juan Gil-Albert, Herrera Petere, Lorenzo Varela, Miguel Hernández, Ramón Gaya, Pascual Pla y Beltrán, Jef Last, Malcolm Cowley, Fedor Kelyin, etc. La escritora mexicana Elena Garro nos contaba: «-Chicos, perdonen. Andamos muy escasos de alojamiento y como son los más jóvenes... -y nos llevó a un hostal, en el que las habitaciones estaban divididas por sábanas colgantes. “¡Vístete como Dios manda. Ponte corbata!”, le dije a Paz. “¿Corbata?, ¿Corbata? Tú vas a provocar que me fusilen”, contestó. Era una opinión. Vicente Huidobro, Julien Benda, André Chamson, Claude Aveline y hasta el mismo Iliá Ehremburg usaban corbata...».


En su famosa obra, Benda “denunciaba lo que he dado en llamar la traición de los “clercs”, es decir, de los intelectuales, ya que esa traición constituye el hecho por el cual muchos de entre ellos habían desconocido completamente los verdaderos valores de intelectualismo, para ponerse al servicio de intereses puramente temporales, en particular el nacionalismo y los intereses de las clases burguesas que, en una palabra, habían hecho política en el sentido más bajo e inintelectual del vocablo”.


Julien Benda nace en París el 26 de diciembre de 1867 y fallece en Fontenay-aux-Roses el 7 de junio de 1956. Hijo de familia hebrea no estuvo ligado a la religión de su pueblo. Estudió letras y ciencias en la Escuela de Artes y Oficios, si bien, más tarde, ingresó en la Facultad de Letras, decantándose, finalmente, por los estudios literarios. Al final de su vida Benda se inclina hacia los partidos de izquierda.


En la época de asunto Dreyfus publicó en la Revue Blanche los Dialogues à Byzance (1900). Más tarde el escritor francés nos diría: “Nuestro gran novelista Emile Zola, durante el asunto Dreyfus, no traicionó tampoco su estado de “clerc” al arrojar su famoso “Yo acuso” al rostro de las aves de rapiña”. Con su primera novela La ordenación (L'ordination, 1912), publicada en la Les Cahiers de la quinzeine, alcanza su primer éxito. Seguidamente publica Le Bergsonisme, ou Una philosophie de la mobilité (1912), Une philosophie pathétique (1913), Sur les succès du bergsonisme. Précédé d'une Réponse aux défenseurs de la doctrine (1914), obras en la que se oponía a Henri Bergson, defensor de la intuición, apostando claramente por el racionalismo. Durante la primera guerra mundial ejerce como periodista y publica en 1917 Les sentiments de Critias y, un año más tarde, Belphégor: essai sur l'esthétique de la présente societé française. En 1927 aparece su obra más conocida La Trahison des clercs, cuyas teorías va consolidando en obras posteriores, entre las que destacamos sus dos ensayos políticos Discours à la nation européenne (1933) y La grande épreuve des démocraties: essai sur les principes démocratiques: leur nature, leur histoire, leur valeur philosophique (1942). En su Discurso a la nación europea, obra de plena actualidad, nos dice: «El mérito sumo de Europa, en mi opinión, sería permitir que un número cada vez mayor de franceses -aunque la regla es aplicable, por supuesto, a los alemanes, los italianos, los españoles-, pueda decir: “yo no soy francés sino europeo de origen francés». También escribe algunas obras autobiográficas como La jeunesse d'un clerc (1936), Un régulier dans le siècle (1938) y Les cahiers d'un clerc, 1936-1949 (1950), Y como dijo el intelectual leal: “Los hombres de izquierda pueden declarar sus fines, los hombres de derecha no”.


Francisco Arias Solís


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