| Por Juan   José Alvarez La sociedad es insegura si no tiene garantizadas las   oportunidades para desarrollar-se. No es segura si no son claros   los valores por los cuales valga la pena luchar   coti-dianamente.
 Luego de un largo proceso de reinstitucionalización del País,   enfrentamos una nueva etapa en la que el Estado y la sociedad   civil deben priorizar una impostergable instan-cia de paz social,   equidad, justicia y bienestar. Una instancia superadora que   complete y complemente el indiscutido crecimiento macroeconómico   que ha protagonizado la Argentina de los últimos años.
 Pero esto no será posible si el miedo domina a la sociedad. El   pueblo no sólo le teme a los delitos que manifiestan una carga de   violencia cada vez mayor; existen otros miedos, otras expresiones   de la inseguridad que crecen en los sectores más empo-brecidos de   la sociedad.
 El desafío, en el marco de los condicionamientos que impone el   proceso de globaliza-ción mundial, es lograr para nuestro pueblo   formas de crecimiento y desarrollo con jus-ticia social,   adaptando objetivos y políticas a los cambios vertiginosos de la   era del co-nocimiento. Para eso, es imprescindible que el Estado   asuma la responsabilidad de otorgarle seguridad a los ciudadanos   en una tarea que va más allá de evitar delitos y erradicar la   violencia.
 La sociedad reclama medidas urgentes para combatir con éxito el   flagelo de la insegu-ridad, aunque la mayoría de los ciudadanos   se resiste a creer que existan posibilida-des ciertas de   concretar este objetivo. Debemos, por tanto, vencer la   indiferencia, la desconfianza y la frustración de la gente.
 Si al descreimiento de la gente se le sumara la indiferencia del   Estado, la situación empeoraría de manera insospechada. Hace   falta aplicar medidas, a mediano y largo plazo, destinadas a   combatir las causas de la inseguridad. Pero el miedo no   espera.
 Ante esta urgencia es necesario trabajar sobre las consecuencias   sin tomar decisiones apresuradas basadas exclusivamente en el   accionar policial; de hecho, la complejidad de las sociedades   modernas hace poco eficaces las tradicionales formas de lucha   co-ntra el delito. La seguridad pública no es vista ya como un   problema policial o judicial, es un fenómeno social que nos   involucra a todos.
 Obviamente existen diferentes niveles de responsabilidad. Debemos   dignificar la labor policial dotándola de mayor preparación   técnica y mejor calidad humana, con un pla-neamiento inteligente   y concertado con respecto a las normas legales y a los derechos   humanos. Para esto también resulta esencial la participación   efectiva de la comunidad, porque sólo desde una profunda actitud   de mutua colaboración en la búsqueda común de alternativas y   soluciones, se puede abordar racionalmente una problemática tan   ur-gente como el mantenimiento de la seguridad urbana.
 Este es, sin dudas, uno de los elementos característicos de las   organizaciones policia-les modernas, y esta interrelación con   diferentes entidades sociales, es la que garanti-za el adecuado   control de la manera en que se realice la actividad policial. En   definiti-va, un nuevo modelo de vigilancia basado en la   incorporación de los ciudadanos en forma dinámica y comprometida   en la tarea de prevención.
 El Plan de Seguridad que se implementa en esta Municipalidad   tiene un fuerte compo-nente de acciones preventivas, porque   estamos convencidos que la represión, la segu-ridad privada y las   rejas, no son las respuestas adecuadas para erradicar este mal   que afecta a todos los sectores sociales de la comunidad.
 Se trata de vencer la desconfianza, salir de la apatía,   fortalecer la cohesión social, la participación popular, ganarle   al miedo, en definitiva: ser libres.
 07:51 PM - 2/4/2013 -  {0} - PRÓLOGO escrito por el Dr. Juan José   Álvarez, Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos   Humanos.
 La constitución de la Mesa Permanente de Justicia, convocada en   el marco del Diálogo Argentino, se ha consolidado como un ámbito   de discusión y un brazo ejecutor de propuestas y acciones   orientadas a dar respuesta a una de las más notorias demandas de   la ciudadanía, contar con un sistema judicial independiente,   eficiente y de fácil acceso para todos.
 
 En estos meses tan críticos para nuestro país y el conjunto de la   sociedad, el objetivo central de todos aquellos que debimos   asumir responsabilidades de gobierno estuvo centrado en sacar a   la Argentina de la emergencia, recomponer la paz social, reparar   la institucionalidad gravemente dañada, asistir a los millones de   argentinos a los que la eclosión de la crisis dejó en estado más   vulnerable, en definitiva, trabajar, día por día, afrontando las   urgencias que la etapa imponía. A pesar de ello no perdimos de   vista lo trascendente y estratégico. No quisimos, amparados en la   justificación de las urgencias, restarle compromiso a lo   importante.
 
 La construcción de consensos en materia de reformas del sistema   de justicia argentino, elaborado arduamente en un contexto   difícil por un conjunto de actores heterogéneo que se dio en el   marco de la Mesa Permanente de Justicia, nos permite mirar el   futuro con optimismo. Habla de la capacidad de los argentinos de   abordar problemas estructurales en base al diálogo, de la   posibilidad de encarar lo estratégico en situaciones   desfavorables, de que los acuerdos amplios para construir un   futuro mejor son factibles cuando existe compromiso, decisión,   generosidad y vocación de servicio. Quiero agradecer a todos los   actores que han participado activamente en este espacio, tanto   del sector público como de la sociedad civil.
 
 Podemos decir que nuestro primer objetivo ha sido cumplido:   entregaremos al gobierno entrante, luego de superada la   emergencia institucional y lo peor de la crisis estructural, una   visión clara y consensuada de la Justicia que todos queremos, un   abanico de acciones en marcha para hacer de esa visión una pronta   realidad y un genuino espacio para hacer de esta actividad un   ejercicio constante, ya que el fortalecimiento del sistema   judicial así lo merece.
 
 Pero más que esto, el trabajo de la Mesa Permanente de Justicia   del Diálogo Argentino le entrega a la sociedad toda un modelo de   construcción de consensos para la formulación de políticas de   estado y, a futuro, la esperanza de una Argentina con mejor   calidad institucional y un sistema de justicia legitimado en la   consideración de los ciudadanos.
 07:51 PM - 2/4/2013 -  {0} -  | Descripción 
 
 
 
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