MI VIDA EN ROSA
Vimos la realidad de Ludovico: totalmente flanqueado por la madre y la abuela que lo ‘usaban’ como objeto de goce y no era su objeto de deseo. Negadoras totales: una, de las marcas del paso del tiempo y la otra, de la realidad. Madre total, sin fisura, que culpa a todos de lo que sucede pero que ella no asume ningún tipo de responsabilidad, todo lo sabe, no confía en el saber paterno.
Vimos al padre mirando esta guardia pretoriana, incapaz de rescatar a su hijo a pesar de que Ludo se lo pedía. No había fisura, grieta por donde entrarle. Ante cada intento era desautorizado, denigrado, humillado.
Vimos a Ludovico, queriendo realizar el deseo materno, una niña; y ahí queda, flotando entre la realidad y la fantasía, con una explicación delirante de lo que le pasa. ¿Devendrá tal vez en el “alma femenina atrapada en un cuerpo de hombre”, típico de la transexualidad?
Vimos la discriminación a la que lo someten aunque solo tenga 7 años, en la escuela, en su colonia, etc; exigiéndole asumir ciertos estereotipos: cabello corto, deportes y comportamientos masculinos.
Vimos, sin embargo, que el “hábito no hace al monje” ya que este proceder sólo apunta a negar al diferente y no aceptarlo.
Ps. Ma. Nela DOMBRONSKY
Cel: 55 38 99 5672
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