Pirlo de Félix


Mi psudónimo para escribir cuentos, relatos breves y artículos de opinión propia es pirlo de félix básicamente escribo articulos ensayando en prosa.

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La casa de la calle san francisco nº55 de Pirlo de Félix

Publicado a las 03:37 AM - 20/5/2010

 

 La casa de la calle san francisco nº55 de Pirlo de Félix

 

Ese es el nombre de la calle dónde está situada mi vivienda, cerca del centro histórico de Castellón en siete minutos andando puedes estar enfrente de  la puerta del Ayuntamiento, que es el lugar a partir del cual se ordenan las calles el número, 55 estará mas cerca del Ayuntamiento, que el 63 de la misma calle.

 

Vivienda unifamiliar adosada ese es el título que le dio la generalidad valenciana cuando restaure  mi casa. Quise pintar de verde claro toda la fachada, menos las imágenes de talla, adornos antiguos de escayola, que pedí las pintasen de color verde fuerte para que se notase  el  contraste. Todas las paredes y techos del interior de la casa son de color blanco.

 

 Hay dos balcones, uno por planta,  cada balcón ilumina  una habitación y puede dejar entrar la brisa de la mañana o al bajar la  persiana de madera y correr las cortinas se evita que desde fuera se vea el interior. Desde la puerta principal, hasta la tercera planta donde hay dos terrazas, hay dieciséis metros de altura, o cincuenta peldaños de escalera interior, mi madre  sube esta escalera todos los días, para secar la ropa.

 

 La terraza es un lugar descubierto, que da a la calle san francisco la de delante, y a la de atrás que mira al mar. Por esta se ven  varias casas más bajitas con techados de teja inclinados para que el agua de la lluvia resbale por la teja y baje hasta la calle.

 

 La terraza de mi casa  no   tiene inclinación, se desagua por un agujero que hay echo para que a través de una tubería que recorre por el interior toda la casa baje hasta donde está el alcantarillado de la planta baja, y de ahí al de la calle La otra terraza tiene una cañería por donde desagua.

 

  En la planta baja primero está  la puerta y luego la entrada de carro, mi abuelo que construyó la casa se dedicaba a hacer portes con su caballo, era un transportista tanto de arena sacada del Río Mijares, con dirección a las obras, como de frutas y verduras con dirección al puerto comercial. Cuando terminaba su jornada laboral, ya en las horas de  noche abría toda la puerta de la entrada y entraba al caballo con el carro, ya dentro  lo desenganchaba y atravesando  el pasillo llegaba hasta el  corral donde el caballo descansaba toda la noche, comía algarrobas y bebía agua hasta la madrugada del día siguiente, cuando volvía a ser el motor del carro de mi abuelo.

 

Entre el corral del caballo y la entrada a la casa se encuentra el comedor, con la mesa,  seis sillas, un armario donde mi madre y yo discutimos sobre quién fue el último que  no dejó en su sitio el documento que ahora necesitamos. La mecedora de mamá donde hace sus siestas y mi centro de pensamientos el sofá.

 

La cocina, la nevera, los armarios donde guardamos las cucharas, lo tenedores, los vasos, los cuchillos, otro pequeño armario donde se guardan las servilletas, el pan del día, los trapos de cocina, los zapatos de mis hermanos y de mis padres. El grifo de  donde bebemos agua es tan buena que no necesitamos comprarla embotellada. Todo éste espacio está iluminado por un patio de luz interior. Mi madre cocina con gas butano, unos días comemos vegetal, otros  carnes de todo tipo, pescados variados, menos los sábados, que siempre hacemos una gran ensalada y un plato de pasta, suelen ser macarrones con tomate queso y orégano, y los domingos que mamá cocina una paella de arroz. Esos dos platos son fijos esos dos días de la semana.

 

El cuarto de baño es el lugar dónde nos duchamos, allí guardamos  las toallas en un armario metálico con espejo, es el lugar también del retrete, y de un lavabo con dos grifos dónde nos lavamos la boca, los dientes y las manos antes de comer, o a cualquier hora, un ritual higiénico. Esta es la planta baja de mi casa, me faltaba añadir el espacio reservado a  la lavadora, por  ser el lugar menos deseado por mi madre ya que ella  ha de subir todos los días de la planta baja, hasta la terraza,  a cincuenta peldaños de altura, la ropa para tenderla al sol, mi  madre lleva haciendo ese recorrido  varias veces todos los días desde que se casó con mi padre, hace ahora treinta y ocho años.

 

En la primera planta están las tres habitaciones, la de matrimonio, y dos individuales las de mis dos hermanos: el menor y el mediano.

 

 La habitación de mis padres da  a un balcón de la fachada de la calle san francisco, la de mi hermano menor, al patio de luces interior, y la de mi hermano pequeño, tiene una ventana que da al exterior, a un patio de luz sin cerrar, desde ahí se  pueden ver las nubes y el cielo se puede ver si el día está claro o gris, saber si  va a llover, o si hará sol, y además entra una brisa por la mañana que despeja la mente y un claro de luz solar que  se mantiene todo el día, la habitación siempre está iluminada, aunque no haya nadie aprovechando pero yo sí la veo y la siento y la miro, y la observo y me da un buen gusto, sentir lo que siento en esos momentos de soledad en la habitación de otro me digo:

 

- Ves como tú no entras, animal del  infierno, en mi vida,  en esta habitación  hay armonía entre la naturaleza y el resto de la casa ésta  habitación está limpia y su dueño  trabajando, pero yo la mantengo con vida y desde aquí me hablo, sólo me digo que ahora no  aprovecho  mi esfuerzo para  hacerte crecer, yo no te alimento infierno a través de mi esfuerzo,  ahora yo   disfruto ésta estancia dentro de mi casa. Porqué quiero que sepas que  cuando ellos no están, estoy yo para recordarte, que hoy tampoco te has hecho dueño de mi casa.

 

En la segunda planta subiendo cuarenta peldaños desde la planta baja, vivimos dos personas en una   mente y  alma juntas dentro con mi cuerpo. En la segunda planta de  casa duermo y lucho contra el infierno que cuando estoy desempleado es mi labor que desarrollo. Compartiendo éste espacio  mí alma unida a mí mente se va forjando día a día mi espíritu  guerrillero contra el rojo animal el que está siempre tratando de desarrollarse en mí. Mi alma es para díos, no para que la deshagas tú en tu intento de gobernar a todos los hombres y animales de este mundo. Esta es mi labor diaria, tratar de que el infierno no se lleve mi alma. Si el malo maligno quiere mandar en este mundo que se busque un rey por que yo no le prestaré mi cuerpo para que él logre sus fines. Yo convivo con mi cuerpo y dentro de él guardo mi mente que és dónde tengo el alma.

 

-Ves la vida desde el  infierno ahora  trabajas para mí, no sirves nunca para siempre estarás haciendo lo mismo como rutina durante toda la vida haciendo eso trabajar para mí, serás uno de mis criados, serás otro animal que hace lo mismo que yo: me dijo el otro día el infierno

 

 

 En las terrazas tanto la que da al mar como la que da a la montaña, es dónde siento mi mente en conexión con mi cuerpo  noto  libertad al ver que en mi casa no hay ningún punto más elevado que yo. No hay ningún techo entre mi cabeza y el cielo, nada me impide  ver por encima de mí las nubes, el color azul, los pájaros que revolotean por encima de mí, desde ahí veo la ciudad de una forma mas clara su luz, sus casas, sus calles veo hasta una neblina o un reflejo azul  que indica la proximidad con el mar mediterráneo.

 

 Hay una parte de la terraza que está techada, éste es el lugar dónde mi abuelo criaba los animales de casa: conejos, gallinas, pollos, y palomos,  la colombicultura era el pasatiempo de mi abuelo. Al estar a casi veinte metros de altura mi abuelo podía ver bien a los palomos volar, tengo varias copas en el cuarto de la despensa de mi casa, es un espacio de la casa  en la planta baja que se aprovechó al hacer  la escalera en espiral, allí están las copas  de campeonatos realizados por el abuelo junto con el resto de la  ropa, chaquetas y abrigos de familiares, ese espacio también tiene una puerta que se cierra con un pestillo. Las paredes de este lugar están pintadas muchas veces con diferentes motivos y he escrito palabras que no están recogidas en ningún diccionario y aún se conservan en las paredes, mis dibujos de garabatos y aquellas palabras.

 

 La segunda terraza está mirando al mar, en la parte de atrás de mi casa, allí por la mañana, si hace sol me siento varias horas en un silla con los pies estirados encima de un cajón de plástico, allí por la tarde de verano, cuando la temperatura solar baja se puede estar tres horas más sentado o estirado encima de una esterilla, aprovechando las sombras que me dan otros edificios para que el sol no te  deje un fuerte dolor de cabeza por culpa de sus rayos.

 

Mi casa no  es  ostentosa pero es  práctica,  es el único lugar del mundo dónde mi cuerpo se descansa de  la mayoría de veces que  está sin trabajo, fatigado, roto,  desempleado. En las sombras que aprovecho dentro de mi casa, al lado de paredes hechas de piedra que tardan en calentarse en verano y guardan el calor en el invierno. Busco estos  lugares más frescos, al sol en los días más fríos tanto, en la terraza de delante, cómo en la de atrás. Las ventanas, las cortinas, el viento que entra por ellas y me refresca y me tranquiliza los meses en  que de camarero no puedo trabajar, ni encuentro trabajo en el campo como jornalero.

 

Cada terraza tiene su puerta que la deja incomunicada del resto de las habitaciones interiores, pero un mal presagio me sigue a menudo, con tal temor, que  cuando la creencia se hizo real, el día que por una de las casas mas bajas de la parte de atrás subieron a través de la cañería, desde una de ellas hasta la ventana del segundo piso donde tengo la ventana y por ahí nos entraron unos ladrones hace ya algunos años. En mi cuarto de estudio sólo encontraron libros, papeles escritos y mi ordenador, estando todos durmiendo, bajaron por la escalera y salieron por la puerta de entrada, no nos hicieron nada, sólo nos robaron las carteras de mano. Pero el susto fue ver cómo se hacia realidad un pensamiento.

 

Es en el segundo piso donde tengo el estudio, los libros, la cama, el armario ropero, mi alma intenta aprender de sus orígenes y mi mente aprender a descifrar quienes son los familiares retratados tanto, pintados en cuadros, como retratados en fotografías.

 

Ésta es mi tía, aquél es el padre y la madre de mi abuelo, ésta es la foto del carro con el caballo, del abuelo ése día se compro una gorra nueva y un a blusa negra y se fue al fotógrafo para que luego lo  pudiéramos recordar.  

 

 Algunos de mis familiares retratados están enterrados en algún lugar que sólo ellos saben en la guerra civil española, cayeron el  hermano de mi abuelo, y el padre de mi abuela. Todos ellos antes de ir al frente se hacían pintar o fotografiar por si no los volvían a ver.

 

Si a mí no me hubiera explicado mi abuela quiénes eran estos familiares de las fotografías  ahora conviviríamos siempre con la dudas de  saber quiénes son estos, pero al conocerlos hasta por su nombre de pila, cuando los veo no pasan desapercibidos y saben que yo los he recordado.

 

Volviendo a bajar las escaleras mi cuerpo y mi alma juntas en mi mente, las dos unidas, entro en el corral dónde dormía el caballo y sale  de allí hacia arriba cuatro paredes blanca en dirección hacia arriba, abajo en el suelo sólo hay un  desagüe Desde allí  siguiendo con la mirada las rectas paredes me llevan hasta lo mas alto de mi casa y veo  claramente el cielo azul, en días claros, gris en días nublados, también veo caer el agua de las nubes  en días lluviosos,  por ése patio entra un viento espantoso, un aire  frío corriendo por toda la casa. Si no cierras todas las puertas en ese momento corres el grave peligro de quedarte heladito dentro de tu propia casa.

 

Cuento con un patio de luz central de la casa cubierto por cristales que dan luz a la primera y al la segunda planta y a la cocina. Justo dónde tengo yo el ordenador y el escritorio todos los días me veo con la luz que baja del acristalado de la terraza, en días claros no necesito la luz eléctrica, menos cuando llega la oscuridad de la noche. Un patio de luces sin cubrir por donde entra tanto viento, brisa, agua, luz solar, frío, calor, menos agua de lluvia

 

La puerta con entrada de carro, está hecha de madera de pino Mobile, la he pintado y barnizado tanto que cuando la luz del sol la ilumina, ésta brilla y le devuelve el reflejo. La puerta marrón oscuro con marcos de cristales de la misma madera que la puerta con hierro forjado pintado de negro brillante, entra tanta luz que a veces tengo que salir, porque veo demasiadas cosas y  a demasiada gente sin la armonía necesaria para vivir y trabajar en una misma vida. Yo hace años que no salgo de mi casa para nada, lo que ha hecho que conozca bien todos sus recovecos, paseo mucho por dentro de mi casa, y a base de no salir, y estar siempre enfrente del ordenador he podido realizar bien el acople mente, alma, espíritu dentro de mí cuerpo.

 

-yo soy más fuerte que tú infierno, tú sólo eres terrenal, tú sí que vives y reinas todos los días  en la tierra, pero no en  mi cielo dónde tú no consigues entrar, en mi casa mando yo, y no tú  por mucho que lo intentes jamás vivirás dentro de mí. Le digo al infierno.

 

Cuento con una escalera con cincuenta peldaños, con cada quince peldaños subo un piso con ayuda de una barandilla de metal pintada de color negro con algunos adornos de forja, que lleva desde la planta baja  hasta  la terraza, trayecto final de mi casa.

 

 Mirando por la escalera,  qué es el eje central de mi casa,  puedo ver encima de todo  se encuentra un techo  hecho de acristalamiento que permite la entrada de luz solar. Mi abuelo no sé si lo pensó a la hora de construir la vivienda o lo hizo sin pensarlo pero, toda la casa da al exterior a través, de puertas, ventanas, balcones, cristales, paredes altas sin cerramiento,  persianas para cerrar en invierno o dejarlas a medio abrir y cerrar en otoño, y primavera con todo esto me evito mucho dinero en la factura de la luz eléctrica sobre todo en verano.

 


El cuento de los panolla By Pirlo de Félix

Publicado a las 10:27 AM - 3/5/2010

EL CUENTO DE  LOS PANOLLA BY PIRLO DE FÉLIX

 

Ha sido una forma muy corriente el llamar a una persona por su apodo, siendo el apodo en ocasiones más conocido que el propio nombre de pila, de la persona a la cual te querías dirigir, nombrar o simplemente recordar.

 

Vicente Cortés nació y murió en Castellón dónde fue agricultor, y de los primeros que en esta ciudad empezó a plantar mazorcas de maíz, por aquellos tiempos, se le empezó a conocer con el apodo de panolla.

 

El abuelo panolla tuvo dos hijos Enrique y Vicente, y una hija a la que llamó Rosa, todos ellos eran conocidos como los hijos de panolla.

 

Enrique Cortes no siguió la profesión de su padre y se dedicó a las labores de mano de obra como oficial  de la construcción. Enrique se casó con Emilia y tuvo un hijo al que llamó Antonio.

 

Vicente Cortés tampoco siguió la profesión de su padre, el se hizo peluquero de señoras, quiso ir a conocer la moda francesa  en el peinado femenino, durmiendo más de una noche al raso en la torre Eiffel de París cuando pudo copiar el estilo de moda  la capital de Francia volvió y abrió  una peluquería, adoptando el apodo paterno: “panolla peluquero”. El sí llego a ser reconocido por la sociedad en la que vivía por su apodo más que por su nombre, cuando se referían a él le llamaban sólo por su apodo panolla.

 

Vicente Cortés sólo tuvo un hijo varón le puso de nombre de pila: Vicente.

 

Rosa Cortés también conocida como la hija de panolla se casó con Alfredo Valls y tuvo dos hijos Alfredo el mayor y Miguel el menor, los dos al crecer y emprender un oficio siguieron la tradición de si tío Vicente y su primo Antonio: hacerse peluquero de señoras.

 

Alfredo Valls se casó con Manuela hija de un conocido profesor de peluquería, con una academia de enseñanza propia, muy concurrida en esta ciudad. Manuela a la que no le faltaba clientela en su peluquería, no quiso poner el apodo familiar de su marido, por más que entre las gentes de esta ciudad fuese reconocido, a ella le gustaba Alfredo por su simpatía, saberse hacer  querer con las clientas de la peluquería, buen pulso con las manos, un diseño personal que él mismo había copiado de un viaje al país nipón. Alfredo peinaba a sus clientas de un estilo japan, un corte con estilo moderno traído de la moda japonesa de cortar el pelo muy cortito y darle  formas puntiagudas por la parte de arriba de la cabeza y en el flequillo y hacerle mechas de  muy distintos colores, a las clientas  que a la moda japonesa, querían ir peinadas.

 

Alfredo corta el pelo y crea un estilo muy parecido a los dibujos manga.

 

Alfredo y Manuela tuvieron dos hijos al mayor le puso Alfredo y al menor Sergio.

 

Antonio Cortés se abrió una peluquería de señoras y en el rótulo comercial añadió el apodo de su padre el rótulo quedaba así: “Tony panolla peluquero”.

 

Decir que durante años  las dos peluquerías de señoras de Vicente y Antonio Cortés llevaban rotulados el apodo por el que comúnmente se conoció al cultivador de mazorcas de maíz habían disputas familiares porque Antonio copió de su tio Vicente el apodo familiar Los dos eran descendientes del original  y verdadero abuelo panolla pero uno se copió primero del otro

 

Vicente Cortes hijo era conocido por el sobrenombre de panolleta forma diminutiva, cariñosa y popular con la que todos conocían al hijo del peluquero. El resto de la familia diferenciaba entre panolla y panolleta de una forma clara y concisa entre llamar a su padre o llamar a su hijo.

 

 Vicente  panolleta se abrió una peluquería de caballeros a la que llamó “panolla peluquero”.

 

Sergio el hijo menor de Alfredo y Manuela  quiso seguir la tradición de su padre y completo los cinco años de peluquería en la academia de su abuelo y padre de Manuela. Cuando terminó el curso su primo panolleta le dijo que tenía mucho trabajo en su peluquería, así que Sergio entró como aprendiz en la peluquería de su primo.

 

Antonio y Vicente Cortes se vieron envueltos en un accidente de tráfico una noche que ambos venían asistir a un desfile de peluquería femenina en Barcelona,  saliéndose estos de la autopista chocaron contra un trailer. Cuando llegó la ambulancia solo pudieron certificar que ambos habían muerto en el instante.

 

El acta de defunción no lo decía pero en la familia todos sabían de la envidia callada que tenia Vicente con Antonio por que el primero cogió el apodo de su padre y el otro al ver que el apodo de su abuelo empezaba a ser conocido por la sociedad castellonense lo copió para que las gentes de esta ciudad conocieran a Antonio como panolla peluquero.

 

Cuando le preguntó la guardia civil al conductor del trailer como llegó el coche a colisionar con él respondió:

 

-"Iban los dos tripulantes del coche cada uno en su asiento pero al llegar a mi altura uno de los dos chilló panolla ni tú ni yo, y acto seguido el coche se estrellaba contra mi camión".

 

La vida siguió transcurriendo de forma normal en la familia de los panolla unos dedicados al corte masculino del cabello y los otros dedicados a llevar peinadas a la moda japonesa a las clientas de la peluquería.

 

El hecho que turbó esta buena relación fue el día en  el que Sergio Valls se abrió su propia peluquería de caballeros y puso como rotulo comercial “Sergio panolla peluquero”.

 

Esto no gustó nada a Vicente Cortes, pues después de la muerte de su padre había registrado como patente suyo el apodo panolla. Así que fue a casa de su primo y le dijo:

 

-“Sergio si no quieres que te denuncie por plagio quita el nombre de panolla de la fachada de tu peluquería, ahora  el apodo del abuelo no lo puedes utilizar, panolla peluquero soy yo, por que con ese nombre tengo lo tengo patentado y registrado como el nombre comercial de mi empresa”

 

Vicente Cortes siguió diciendo:

 

-“ No quiero que te aproveches tú de la gente por la que yo soy conocido, dentro de la peluquería pon el nombre que quieras pero, fuera en la fachada, no pongas panolla, tengo yo ese nombre comercial registrado desde que se murió mi padre.”

 

Sergio acudió llorando a su tío Miguel y le pidió una explicación de porqué él no podía llevar el apodo familiar.

 

Miguel habló con Vicente y este le puso al corriente de la legalidad del nombre comercial de su empresa y que ahora solamente él podía tener rotulado en la fachada el apodo del abuelo panolla.

 

Miguel resignado le digo a su sobrino Sergio:

 

Tu primo tiene registrado como marca comercial el apodo familiar panolla ahora tú para mí eres panolleta  que es el apodo cariñoso afectivo y diminutivo con el que conocíamos a Vicente para diferenciarlo de su padre. Si quieres rotúlate ese nombre en la puerta de tu peluquería.

 

“Sergio panolleta peluquero”.

 

Alfredo en una conversación que tuvo con su sobrino Vicente le dejó claro que el apodo  lo podían llevar todos los miembros de la familia y que cada uno cargaba con el peso de tener más o menos popularidad entre los vecinos de la ciudad y que él debería respetar el derecho de apodarse panolla de su hijo.

 

Vicente alegó que el nombre de su empresa era panolla peluquero y estaba registrado así para que otros no copiaran su buen nombre, al fallecer su padre el hizo suyo el apodo familiar, pero esta vez registrado.

 

-“No quiero que me pase como a mi padre que vio cómo otro tenía el mismo apodo rotulado en la fachada de la peluquería”.

 

Alfredo le dejó claro a Vicente que ellos llamarían panolleta a Sergio para diferenciarle del nombre comercial  con el que era conocido entre la sociedad castellonense la peluquería panolla

 

Alfredo detesta ahora el apodo de hijo de panolla por el sofoco que tuvo con su hijo al tener que retirar el rótulo de la fachada y  allí donde va deja claro que ese apodo por el cual era conocido su madre a través del  padre de ésta, no se utilizara para referirse a él. Cuando salen a pasear él y su mujer Manuela, no contesta de buenas maneras al que le dice:

 

Ay panolla ¿a dónde vas?



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