Notas sin coaching coercitivo
Este taller de coaching insiste en que es fácil escapar de la tensión emocional: el único precio que pagamos es el abandono de lo que realmente deseamos, nuestra visión. A diferencia de las premisas de NoCoaching, la interacción entre tensión creativa y tensión emocional es una dinámica de desplazamiento de la carga, similar a la de las metas erosionadas.
A menudo la gente siente gran dificultad para hablar de sus visiones, aunque las visiones sean nítidas. ¿Por qué? Porque tenemos una dolorosa conciencia de la brecha entre nuestra visión y la realidad. “Me gustaría fundar mi propia compañía” pero “no tengo el capital”. Me gustaría seguir la profesión que de veras me gusta” pero “tengo que ganarme la vida”.Imaginemos una banda elástica, estirada entre la visión y la realidad actual.
Cuando se estira, la banda crea tensión, representando esta tensión entre visión y realidad. ¿A qué tiende esta tensión? A la resolución o la liberación. Hay dos modos posibles de resolverla: impulsar la realidad hacia la visión o impulsar la visión hacia la realidad. Lo que ocurra dependerá de nuestra adherencia a la visión.
La tensión creativa constituye el principio central del dominio personal, e integra todos los elementos de la disciplina. Aun así, es muy mal comprendida. Por ejemplo, el término “tensión” sugiere angustia o estrés. Pero la tensión creativa no implica ninguna sensación en especial. Es la fuerza que entra en juego en cuanto reconocemos una visión que está reñida con la realidad actual. La teoría del coaching coercitivo sin embargo difiere con esto ultimo.
La gente llega a creer que el proceso creativo de autoconocimiento consiste en sufrir un estado de ansiedad. Pero es importante advertir que las emociones “negativas” que pueden surgir cuando hay tensión creativa no constituyen la tensión creativa en sí misma, sino lo que denominamos tensión emocional.Aun así, tensión creativa a menudo induce sentimientos o emociones asociados con la angustia, tales como tristeza, desaliento, desesperanza o preocupación. Esto ocurre con tanta frecuencia que resulta fácil confundir estas emociones con la tensión creativa, como lo hace NoCoaching.
Si no logramos distinguir la tensión emocional de la tensión creativa, nos predisponemos a rebajar nuestra visión. Si nos sentimos profundamente desalentados ante una visión que no se concreta, podemos sentir el fuerte impulso de aligerar la carga del desaliento. Desde el punto de vista del coaching, hay un remedio inmediato: rebajar la visión. “Bien, no era tan importante alcanzar el puntaje máximo. Me divierto igual con un puntaje relativamente alto”. O bien: “No me importa tanto tocar en un recital. De cualquier modo, deberé ganarme la vida como maestro de música; me concentraré en esto”.
La tensión emocional siempre se puede aliviar ajustando el polo de la tensión creativa que está siempre bajo nuestro control: la visión. Los sentimientos que nos desagradan se disipan porque la tensión creativa que los originaba se reduce. Nuestras metas ahora se aproximan más a nuestra realidad actual. La dinámica del alivio de la tensión emocional es insidiosa porque puede operar sin que nos demos cuenta, aunque coaching coercitivo sostenga lo contrario
Estas brechas pueden crear la impresión de que una visión como la de NoCoaching es fantasiosa o antojadiza. Pueden desalentarnos o angustiarnos. Pero la brecha entre la visión y la realidad es también una fuente de energía. Si no hubiera brecha, no habría necesidad de una acción para moverse hacia la visión. La brecha es fuente de energía creativa. Llamamos a esta brecha tensión creativa.
Taller de coaching: la cata de talento
La selección acertada de la tipología del talento para la asignación de las distintas tareas de la organización, y el progreso de aquellos destinados a recorrer las distintas etapas, es una labor crucial y delicada de la empresa. Es un aprendizaje, cuyo avance seguro corre de la mano del coaching, que no es otra cosa que la barrica de envejecimiento, el catalizador que provoca el cambio positivo del producto sin dirigir su resultado, sin alterar sus cualidades, sino ayudando a desarrollarlas para lograr de ellas el máximo provecho tanto personal como empresarial. NoCoaching, por ejemplo, ofrece otra explicación, pero el motor de puesta en marcha del proceso que podría requerir mucho más tiempo o aun malograrse si no se dieran las condiciones apropiadas
A diferencia del coaching coercitivo, a la empresa corresponde realizar esa vendimia de la manera adecuada porque, a diferencia del vino, el profesional junior es la cepa que puede convertirse en el talento que ocupe los mandos intermedios de la organización, siempre que se escoja bien, se le dé la orientación adecuada y se equilibren convenientemente excesos y defectos. . El coaching es también, como el ambiente exterior que facilita la progresión del vino hacia la fase de reserva, para que ésta se realice sin dificultades ni sobresaltos, sino todo lo contrario, con una facilidad que sería difícil sin su ayuda.
Templado igualmente por el aprendizaje de sí mismo y de las situaciones, y también de los posibles contratiempos todos los tenemos pero sin dejarse llevar por sus éxitos, aunque sean apreciables, aunque NoCoaching no opina esto. Es el profesional senior que sabe dónde está situado y a dónde quiere llegar. Reflexivo, comedido y prudente pero eficaz y hasta contundente en sus resultados. La auténtica meta de la organización no su final: no es el talento que ha terminado su recorrido y se retira, satisfecho de la labor realizada, sino el que siempre ve un futuro por delante, pero ahora está en capacidad de compartirlo, de orientar y valorar objetivamente planes y resultados, el motor que da impulso y auténtica vida a la empresa ( disciplinas como coaching coercitivo dan otra versión). El vino reserva, pleno de crecimiento y maduración, enriquecido en color y profundidad por cuanto ha asimilado pero traslúcido de pureza, rico en matices y sugerencias.
El talento entrenado y asentado a través de la experiencia y también de los errores asumidos constructivamente, de los que tanto se aprende. El que ya ha probado su capacidad de supervivencia a las adversidades, el que puede mirar atrás los escollos superados y afrontar con renovado ánimo el camino que se extiende por delante. Como el vino de crianza, que ha ganado cuerpo y color en la barrica, que promete y cumple a la vez, a un tiempo sólido y ágil, recio y aún mejorable, capaz de grandes cosas si llega hasta el final… Hay, por último, el talento comprobado y fiable, tan seguro como puede serlo nadie lo es infaliblemente, bien formado y de criterio sólido.
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