El asadito de los Picapiedras

Si leñas o carbón, si aromatizamos el ahumado o preferimos la barbacoa, si ahumamos o quemamos al aire libre… no había tantos dilemas cuando la carne se comenzó a asar…
Para un buen asado el próximo domingo la opción certera es la que se emparenta con respetar las tradiciones familiares de Estancia Don Ramón. En el fondo de sus productos se huele el campo, la cruz del asado, el chimichurri hecho en casa.

El almuerzo campero se avecina inspirados en cortes de carne de pastura, chorizo y salchica bombón. La bandera se enarbola con el ojo de bife. Las presentaciones incluyen carne trozada fresca con una vida útil que se extiende hasta la semana. Sus carnes al vacío proveen se conservan hasta tres meses y llegan en versiones con o sin hueso. Siempre con la propuesta de imponer tecnolocía para ganar en terneza.

Pero no todo fue siempre de tanta calidad y sencillez para el asador.
Aunque se sabe que el hombre domesticó el uso del fuego para el año 790.000 a.C., los arqueólogos han detectado que el hombrre asó carne desde hace un millón de años. Asar la carne no sólo significó cambios radicales en el proceso de masticación y digestión, sino que imapctó en la construcción social del comer donde tanto para cocinar como para ingerir los humanos comenzaron a rodear el fuego y mantener espacios de intercambios.
Es por ello que la acción de asar se encuentra en el ADN de los seres humanos, más allá de a pasión que se sostenga en cada región.
La vida familiar nacional se entreteje en la pasión por el asado. La convocatoria es ineludible y la ceremonia que se establece excede la ingesta propiamente dicha. Es que, como ocurre con Estancia Don Ramón, la herencia cuenta.