Emborrachando frutas

Por Andrea Jatar, creadora de D la Olla, www.delaolla.com

En mis primeras salidas de amigas nos encantaba la sangría, o sea, la fruta en vino. Hasta ahí llegaban mis conocimientos de cómo mezclar ingredientes y pasarla bien. Hasta que hace unos años, en una época en que descubrimos las divinas cerezas de Los Antiguos, mi suegro desempolvó de sus recuerdos familiares la cereza macerada en cognac. ¡Guau, que delicia! Siempre había probado las cerezas comerciales al maraschino, sin saber que el maraschino es un licor y que comercialmente se las elabora con un saborizante. Y tampoco entendía por qué son medio transparentes las cerezas en conserva compradas. Pero dejemos de lado esas cerezas de postres y helados, y vayamos a un tema más ancestral: la conservación en alcohol.

Ya tocamos el tema en Los orígenes y en La magia de las conservas fáciles, pero ampliemos en el por qué del alcohol como conservante, en este caso, de la fruta. Desde el comienzo de la vida en la Tierra las flores se transformaron en frutos que sirvieron de alimento a ciertas levaduras que andaban por ahí. Estas levaduras empezaron a descomponer el azúcar de los frutos liberando etanol en ciertas condiciones, logrando así matar a   bacterias que también devoraban la misma fruta. Cuando aparecieron los primeros agricultores, necesitaban disponer de comida para cuando la naturaleza no les proveía, así que aprovecharon este fenómeno de la naturaleza dando origen a las primeras fermentaciones en comidas y bebidas, las que además los beneficiaba en salud porque esterilizaban sus ingestas «libres» de bacterias como el cólera. La humanidad evolucionó y, si bien los galos y los romanos disfrutaron de sus bondades, fueron los árabes los primeros en destilarlo y agregarle frutas para obtener deliciosos sabores y generosas medicinas.

Ahora, sabiendo que la conservación en alcohol es más antigua que en azúcar, porque el azúcar recién llegó en el siglo XII, pasemos a macerar nuestras propias exquisiteces.

Lo primero que debemos hacer es conseguir una deliciosa fruta fresca y con pulpa consistente: cerezas, uvas, frutos rojos, y una botella del vino o licor generoso que nos deleite: cognac, ron, aguardiente, brandy, con buena graduación alcohólica. Ahora que están los ingredientes básicos, preparemos unos frascos de boca ancha, bien limpios y empecemos así:

Para preparar Fruta macerada en alcohol y su licor frutado

1) Lavar la fruta, secarla y revisar que esté libre de imperfecciones (marcas, bichos, etc).

2) Pincharla con un escarbadientes o punzón limpio para que con el tiempo impregne el alcohol y aseguremos su conservación, y ubicarla en los frascos.

3) Echar la bebida en los frascos (si te animás también unas especias como anís estrellado, canela, clavo o cardamomo). Cerrar herméticamente y guardar mínimo un mes y medio antes de consumir. Si está bien preparado, podrás almacenarlo hasta dos años en sitio oscuro y fresco.

Cuando abras tu frasco de conserva en alcohol, no sólo podrás disfrutar de la fruta fresca, sino también de un maravilloso licor especiado. ¡Es un dos en uno!