Encontrar el punto de equilibrio para la ayuda paterna

¿Hasta dónde el padre o la madre debe participar de la tarea del alumno? ¿A partir de qué momento su presencia se vuelve invasiva o genera disrupción respecto de la autonomía del alumno? Encontrar el punto de equilibrio es un desafío. El objetivo de la colaboración debe centrarse en garantizar que todo el trabajo hecho por el alumno esté debidamente guardado y subido a la plataforma de acuerdo a las condiciones propuestas por el equipo docente, pero no en realizar las actividades que corresponden a los hijos. Es un excelente momento para dejarnos sorprender por lo que pueden hacer. Si fallan, será un aprendizaje para todos. También es una oportunidad valiosísima para generar autonomía, algo tan buscado por las familias con hijos con discapacidad, aún cuando como padres pensemos o sintamos que nos
estamos ocupando una vez más de cosas que ya habíamos dejado de hacer por el simple hecho de que nuestros hijos estaban en la escuela. Estamos aportando para que aprendan muchísimas cosas nuevas, desde el manejo de las herramientas informáticas involucradas hasta nuevos modelos de organización.
Evitar la invasión del espacio del niño
Muy relacionado con el punto anterior. Cuando el alumno va a la escuela, se genera un ámbito privado que queda fuera de la vista de sus padres. En este nuevo modelo, en cambio, se rompen las fronteras y queda expuesto desde su rol en el aula hasta el trato con sus compañeros, pasando por sus dificultades u obstáculos o sus mecanismos para resolver tareas. Los padres deben buscar la forma de no ocupar ningún lugar que no les corresponda. “Invisibilizarse” todo lo que sea factible, aun manteniendo el rol central en este esquema de escuela inclusiva en casa. En la medida de lo posible y según las necesidades específicas de cada niño debemos evitar responder por él. Los padres somos puentes para la educación en casa. En la escuela deseamos que sus docentes de apoyo se vayan corriendo para ver cuánto más puede hacer nuestro hijo solo. Del mismo modo debemos ejercer nuestro nuevo rol.
Disfrutar el momento
Ver en vivo y en directo el esfuerzo que hacía en el aula nuestro hijo es una bendición. Nos permite pararnos y reconocer el camino recorrido y la inclusión generada. Es una oportunidad para descubrir: ¿Qué no sabía que hacía mi hijo? ¿Qué me sorprende que aún no sepa? ¿Qué más puedo pedirle a sus docentes? ¿Qué noto de su vínculo con los pares? ¿Qué podemos cambiar y para qué?