«Estalla» Bomba en Milán

Por Flavia Tomaello, flaviatomaello.blog, IG flavia.tomaello

El concepto creado por la megaempresa italiana Autogrill ofrece la nueva interpretación de la comida callejera firmada por el chef Niko Romito.

Bomba es una esfera de masa levada, frita y rellena, una versión moderna de un popular pastel clásico que se presenta en una clave contemporánea. Además de los rellenos tradicionales -crema, mermelada, nutela- una variedad de opciones sabrosas desarrolladas por Niko Romito y su equipo crean una nueva oferta deliciosa de food street para disfrutar todo el día.
Romito estudió economía y quiso trabajar en finanzas, pero cambió de dirección en el año 2000, estableciendo Reale en la trattoria familiar con su hermana Cristiana, que supervisa la operación de la casa.
Ha cambiado gradualmente, siguiendo una especie de emancipación: «yo todavía transito mi territorio para obtener los mejores productos, pero hoy para mí Abruzzo representa principalmente un ideal: representa foco, respeto y verdad, aplicada al ingrediente», sentencia el chef. Hoy, con Reale, en Castel di Sangro, logró penetrar la lista de The 50 Best Restaurants del mundo. Además, deslumbra con sus creaciones en los Bulgari Hotels. Pero todos estos logros, no consiguen alejarlo de la simpleza del comer.
Con Bomba estrena un tipo de comida callejera, distintivamente italiana, nacida como un clásico de pastelería y revisada en clave contemporánea.
Toda la carta está cruzada por el uso de esta especie de dona, muy aireada y ligera, con una fritura calma y soberbia.

Un «bombamaníaco»

La pasión de Romito por este producto se remonta a la pastelería familiar de Rivisondoli, inaugurada por su padre Antonio en los años ’70. La bomba era la especialidad de Antonio, y era particularmente querida por los turistas de temporada que venían de Nápoles y sus alrededores para abarrotar las pistas de esquí de Roccaraso. Una receta familiar, entonces, que Romito ha aggiornado en los últimos años a través de la investigación de la masa, la levadura y la fritura. El resultado es tan delicioso como original, a la vez que increíblemente ligero. También está disponible en una versión sabrosa, algo que nunca se ha probado antes, con una variedad de rellenos.
Un nuevo distrito vibrante se abre frente a la histórica Porta Garibaldi en Milán. Allí se cuece, en lo que fue un negocio de inmuebles, el nuevo sitio gastronómico de Romito y Autogril, una empresa italiana entre las primeras en el mundo de la oferta masiva de alimentos. La combinación ha generado nuevas propuestas, innovaciones, experimentos minoristas que coquetean con la calidad y la gran escala.
Si bien el experimento es nuevo, sus raíces se afincan en el año 2014, cuando Niko abre «Bomba» en Nápoles. Un rincón que hacía el producto dentro de un supermercado. Pero no sólo bombas rellenas de crema, sino también con mozzarella de búfala y escarola. La idea fue buena, pero no duró mucho en ese sitio. En tanto el grupo Autogrill había registrado la buena propuesta y adquirió su marca y potencial.
El debut del plan conjunto se puede experimentar en Milán y auspicia ser el primero de una serie, una escala internacional, si esta primera prueba resulta. Se pensó el negocio con proyección. Así existe un centro que cocina las bombas y está listo para dispersarlas allí donde seaa necesario, por ahora sólo al local que se encuentra en la Plaza 25 de abril. El nuevo desarrollo, a modo de proyecto bandera, ha servido para poner a punto la logística y ahondar en la masa, el producto final y la cadena de suministros.

Paladar sin esquirlas

La sorpresa esencial es la calidad. Se ha trabajado sin grasas animales, sólo con aceite de oliva y manteca de cacao, para ser frito en aceite de semillas. Una pieza única a la que el sabor final se lo aportan los ingredientes del relleno.
Se puede elegir entre una media docena de opciones saldas que incluyen pollo, carne y vegetarianas. Las dulces con nutela, crema y la gran estrella con helado. Se proponen los productos solos, o bien en combo, con agua, gaseosas o cerceza.
Por ahora, sólo se consume en el interior del local. En breve, seguramente pasado el invierno, llegarán las mesas afuera. El sitio es pequeño pero bien logrado en distribución. Excelente la atención. Sencilla la carta: no hay mucho que pensar. El menú está diagramado para irse con dos bombas encima: una salada y una dulce. La asociación Autogril y Romito parece funcionar. En tanto el chef augura:»mi sueño es hacer de Bomba la protagonista de una nueva comida rápida italiana».