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Leer en casa, en el colegio y en todo espacio posible


Por Andrea Canevaro, directora de Editorial Albatros (www.albatros.com.ar)

Comienzan las clases y los padres sabemos que, contando con la ayuda escolar, el momento de lectura diario está asegurado. Ya sea en el jardín o en la primaria, los niños reciben en las aulas diversas historias, ya sea escuchando el cuento que la señorita narra o leyendo por sus propios medios para ir aprendiendo a identificar los elementos de cada relato.

¿Podemos, entonces, seguir leyendo en casa? ¡Claro que sí! Los momentos de lectura pueden ser tanto como queramos, y pueden venir presentados de diversas maneras. Por supuesto, para todas las edades, los instantes previos a dormir son súper propicios para adentrarse en el reino de la fantasía y de las moralejas. Allí, con mamá o papá se pueden encontrar historias que reflejen los temas que a cada pequeño le esté interesando de acuerdo a su edad.

Para los más grandes, una gran opción es empezar a leer un libro que podamos fraccionar por capítulo, para así soportar la ansiedad de saber qué pasará en la entrega siguiente. Así como hacemos planes para ver series con nuestros hijos, por qué no separar una hora del día para sentarnos tranquilos y compartir la lectura.

Otra modalidad que funciona con los adolescentes es leer el mismo libro, pero cada uno por separado. Luego, en un momento pactado de la semana, es posible reunirse y debatir sobre qué siente cada uno sobre la historia, qué partes les han interesado más y hasta sugerirse futuros títulos a abordar.

Pero, además de leer, hay que asegurar en los hogares un espacio de lectura: una biblioteca. Allí los libros deben estar dispuestos de modo que los pequeños, sobre todo los que todavía van al jardín, puedan distinguir fácilmente las tapas. Además, es siempre posibilitador que los niños puedan acceder libremente a los libros, pues es esa una de las maneras en que se accede a la lectura: pudiendo manipular cada página, apropiándose de los volúmenes.

La lectura no es una obligación, es un momento de placer. Pero como en todo acto cultural, los pequeños necesitan alguien que los guie entre las páginas, son los padres quienes tienen una gran parte de esa tarea en sus manos.