Pastelería europea, ¿tan diferente como pensamos?

Por Graciela Süss, fundadora de Süss Cupcake Café (www.susscupcakecafe.com.ar)

Si pensamos en la pastelería europea, lo primero que viene a nuestra mente es el chocolate suizo, la torta Sacher o el mazapán.
Y al comprarla con la pastelería en Latinoamérica podemos pensar que hay muchas diferencias, por el dulce de leche o los dulces regionales, pero no tomamos en cuenta que de una manera u otra todos estamos influenciados por todos, y que las distancias se acortan.

Analizando con lupa las preparaciones, las diferencias que podemos encontrar están referidas a los ingredientes que se utilizan. En Europa, por ejemplo, son más comunes las preparaciones que llevan frutas frescas, frutas secas y mazapán. Entre las tortas encontramos la Selva Negra (chocolate y cerezas), Tatín (con manzanas caramelizadas), Clafoutis (de cerezas o frutos rojos o ciruelas), Apfelstrudel (strudel de manzanas), Streusselkuchen (también con manzana), Pflaumenkuchen (torta de ciruelas), Torte de mele (con manzanas), esta última de Italia, aunque los italianos también son amantes de las cremas y las masas hojaldradas como los franceses.

En Latinoamérica, en cambio, no usamos tanto esos ingredientes y adoptamos preparaciones como los Berliner Pfannkuchen o las Berlinesas (a las que rebautizamos como «suspiro de monja» o «bolas de fraile»). Por otro lado, hicimos nuestra adaptación dulce de los conocidos croissants, las medialunas, a la que le agregamos vigilantes y otras versiones más, o la Pasta Frola, que puede ser una versión criolla de la Linzertorte. Los productos que parecen tan argentinos pueden no serlo, como los churros, que fueron traídos por los españoles.

Lo que sí sucede en Europa, es que mantienen algunas tradiciones de antaño. Por ejemplo, los Cinnamon Rolls, Kanlbullar o Rollos de canela y nuez, de gran aceptación en nuestra pastelerías, son una preparación de origen sueco: tan popular para ellos como los pastelitos de membrillo para los argentinos o tal vez más importantes aun, ya que el 4 de octubre es el Kanelbullar dag (día del Kanelbullar), en el que se festeja la tradición de la repostería sueca.

La pastelería europea tiene mucha aceptación en nuestro país y sus sabores nos resultan familiares. Lo que estamos tratando de exportar es nuestro fanatismo por el dulce de leche, que si bien es bastante aceptado en el viejo continente, aun no llega a los mismos niveles de aceptación que tiene a nivel local, ya que allí prefieren preparaciones más frutales. Pero si comparamos un alfajor con dulce de leche, con una Marmeladenkekse alemana o u un Spitzbuben (rellenas con mermelada), veremos que no hay tanta diferencia.