Pollos felices, comidas más sanas y ricas


Por Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla (www.viandasdelaolla.com)

Ya no se discute: cuanto más cuidadosa y natural es la producción de los ingredientes de nuestra cocina, más sabrosas y nutritivas son nuestras comidas. Algo que mejora más aún cuando tenemos la fortuna de consumir alimentos pocas horas después de que se hayan faenado. Si bien hoy muy pocos pueden tener su huerta o su gallinero en el fondo de su casa, lo ideal es buscar establecimientos que trabajen responsablemente con la naturaleza y que nos acerquen sus productos lo más pronto posible, evitando así que se almacenen por días y semanas en las heladeras de los grandes comercios, donde van perdiendo los mejores sabores y nutrientes.

Por suerte, hay establecimientos que demuestran que se pueden criar pollos de manera artesanal y desprovista de maltrato y hacinamiento. ¿El resultado? Un producto de excelencia que remite a las comidas caseras de las abuelas, porque están alimentados exclusivamente a base de granos  y evita lo que hoy es muy característico en la industria avícola: las harinas de origen animal (sangre, huesos y más).

Abundar en detalles de crianza es sólo un aspecto técnico. Es relevante saber que en estas granjas que respetan los tiempos de crecimiento de los pollos, éstos no consumen antibióticos, hormonas, ni otros aditivos farmacológicos. Además, ellos viven en condición de pollo pastoril gracias a la comodidad en su hábitat natural y al pastoreo en libertad, imprescindibles para evitar el estrés característico de las poblaciones de la misma especie hacinadas en inmensos galpones con luz artificial. Durante la noche, estos cuidados pollos pastoriles son alojados en cómodos jaulones con una cama a base de cascara de arroz, limpia y seca.

Estos son los secretos para que nuestras comidas con base de pollo sean tiernas y sabrosas.