,

Razones que hacen de la inclusión financiera un imperativo del hoy

Gonzalo Abalsamo
www.simplestate.com.ar

Alrededor de 2500 millones de personas no utilizan servicios financieros formales, según datos del Banco Mundial. La inclusión es clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad.

La inclusión financiera es definida como la forma en que las personas pueden tener acceso a alternativas financieras útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— prestadas de manera responsable y sostenible.
La posibilidad de generar la primera experiencia en este camino (puede o no ser bancarizada) es el inicio hacia una inclusión financiera más amplia. Las posibilidades de crear una cuenta donde guardar dinero y enviar y recibir pagos puede servir como puerta de acceso a otros servicios financieros. Lo que facilita la vida cotidiana y ayuda a las familias y la planificar su cotidianidad, desde los objetivos a largo plazo hasta las emergencias imprevistas.
Es más probable que, en calidad de titulares de cuentas, las personas usen otros servicios financieros, como créditos y seguros, para iniciar y ampliar negocios, invertir en educación o salud, gestionar riesgos y sortear crisis financieras, todo lo cual puede mejorar su calidad general de vida.
El Banco Mundial ha determinado que la inclusión financiera es un factor que propicia 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Grupo de los Veinte (G-20) se comprometió a promover la inclusión financiera en todo el mundo.

Desde 2010, más de 55 países se han comprometido a implementar la inclusión financiera, y más de 30 de ellos han puesto en marcha o están preparando una estrategia nacional al respecto. Las investigaciones realizadas en el Banco Mundial indican que el ritmo y el impacto de las reformas aumentan cuando un país aplica una estrategia nacional de inclusión financiera.
La tecnología financiera digital, y en particular el aumento del uso de teléfonos móviles a nivel mundial, han facilitado la ampliación del acceso de las poblaciones más comprometidas en alcanzar a servicios financieros a un costo más bajo y con menos riesgo, convirtiéndose en una puerta de democratización posible para las masas.
Los documentos de identidad digitales hacen más fácil que nunca abrir una cuenta. La digitalización de los pagos en efectivo ha permitido que más personas empiecen a usar cuentas de transacciones.  Los servicios financieros por telefonía móvil permiten que haya un acceso conveniente aún en las zonas remotas. La mayor disponibilidad de datos sobre los clientes permite a los proveedores diseñar productos financieros digitales que se adaptan mejor a las necesidades de las personas no bancarizadas.
La capacidad de ahorro, de planificación y de evaluación de inversión es un derecho esencial para la calidad de vida de las personas. No es posible perder de vista que se habla de inversión también cuando se evalúa la compra de un electrodoméstico o se analiza la opción de una forma de pago; desde pensar en la vivienda propia hasta elegir alternativas para lograr fondos para ella.
Las personas, esencialmente, pensamos en inversión de manera cotidiana. Cuando decidimos cuándo y cómo realizar una compra, cuando optamos por tomar cuotas o no, por ejemplo, o cuando se espera el momento justo para que el flujo de ingresos/egresos sea apropiado. Es preciso que las finanzas, como término, se democratice. Ya está en nosotros, en nuestro ADN, sólo hay que abrirle la puerta.