11/09/2006 - Washington - La unidad cimentada tras los ataques, en un país experto en cerrar filas cuando las cosas vienen mal dadas, ha dado paso a las discrepancias sobre los esfuerzos del gobierno de George W. Bush o la anterior administración de Bill Clinton por prevenir los atentados.
Sólo dos pinceladas bastan para adivinar que algo se ha roto, quién sabe si definitivamente, en EEUU.
Por un lado, el 70 por ciento de los encuestados en un sondeo de la televisión "CNN" cree que su país nunca volverá a ser igual, frente al 54 por ciento que pensaba eso en el 2002.
Además, la mitad de los estadounidenses considera que Bush tuvo una culpa "grande" o "moderada" en los ataques, frente al 32 por ciento que lo creía hace cuatro años, según la misma encuesta.
Por otro lado, la cadena de televisión "ABC" tuvo que suprimir fragmentos de una miniserie, emitida el domingo y que continúa hoy, en los que Clinton y sus asesores aparecen como responsables de la imprevisión que derivó en los ataques.
El analista del Instituto Brookings y ex legislador republicano Bill Frenzel explicó en declaraciones a EFE que "la unidad se está quebrando, no hay ninguna duda sobre eso".
"Sin embargo, la división se centra sobre todo en qué vamos a hacer en el futuro, más que en lo qué sucedió y quiénes fueron los responsables", agregó.
"Bush es una figura cada vez más polarizadora, dentro de un patrón que lleva tres o cuatro años y que ha crecido principalmente a causa de la guerra en Irak", aseguró a EFE John Samples, experto del conservador Instituto Cato.
Las predicciones pesimistas de las encuestas evidencian un fatalismo muy poco acorde con la idiosincrasia estadounidense, al menos con la anterior al 11-S.
Muchos ven en este escepticismo la verdadera secuela que han dejado los ataques, una tendencia que en vez de mitigar con el tiempo se va haciendo mayor.
Para Erika Thompson, una abogada del estado de Maryland, los atentados del 11 de septiembre del 2001, que causaron casi 3.000 muertos en Nueva York, Washington y Pensilvania, supusieron "el fin de la inocencia" para EEUU.
"Los estadounidenses éramos confiados. Ya no. Después del 11-S, cada vez lo somos menos", aseguró.
En cualquier caso, está claro que el aniversario de hoy es distinto al de años anteriores, "probablemente porque un lustro es un periodo muy simbólico", según Frenzel.
Por eso, las gigantescas banderas han vuelto a salir a las calles, puentes y autopistas de EEUU en medio de una climatología tan triste como los acontecimientos que se recuerdan.
Los medios de comunicación han dedicado grandes especiales a los actos conmemorativos, dentro de la misma tendencia que los ha llevado a variar sensiblemente los contenidos de sus noticieros en los últimos años.
Según un estudio del Centro de Investigación Pew, tras el 11-S las noticias sobre terrorismo aumentaron su presencia en un 135 por ciento en los telediarios nocturnos, los de mayor audiencia.
Algo similar sucedió con las informaciones sobre asuntos internacionales, que crecieron un 102 por ciento.
Por el contrario, los grandes temas derrotados en esta "apertura forzosa" de EEUU al resto del mundo fueron las drogas, el espacio y la delincuencia, que perdieron respectivamente un 66, un 50 y un 47 por ciento.
Pese al bombardeo mediático, para el analista Samples los estadounidenses ya han comenzado a pasar página, algo que es absolutamente necesario para poder analizar qué sucedió, dónde se falló y cómo se pueden prevenir futuros atentados.
"Si tuviese que definir el estado de la gente lo haría así: tristeza, frustración y ganas de olvidar", señaló Samples.
Sin embargo, hoy en EEUU toca recordar a los muertos y honrar su memoria. El 12-S será otro día. EFE