12/09/2006 - Mendoza - La bodega de los selectos vinos de Trivento, la filial argentina de la chilena Concha y Toro a las afueras de la ciudad de Mendoza (1.000 kilómetros al oeste de Buenos Aires), fue el marco para el lanzamiento de la licitación para rehabilitar el Ferrocarril Transandino Central, que atraviesa la cordillera de los Andes.
Un par de horas antes del acto oficial, Kirchner y Bachelet estuvieron reunidos a solas, por casi una hora, en una hermética cita cuando las relaciones bilaterales no atraviesa uno de sus mejores momentos.
En lo que se esperaba fuera un ámbito propicio para desarmar la tensión de los últimos meses por la complicada cuestión energética y otros asuntos espinosos, los mandatarios dialogaron en la íntima sala de degustación de Trivento.
"Esperemos que se puedan juntar para conversar de todos los temas. Nos enteramos de que venían los presidentes el jueves pasado y se armó todo un revuelo en la bodega", dijo a Efe el director general de Trivento, el chileno Tomás Larraín León.
Para amenizar la cita y distender el clima, la bodega ofreció a los presidentes un Malbec cosecha 2003, "una de las mejores" que ha tenido Trivento, comentó Larraín.
Nada se dijo del resultado de ese encuentro, ni qué opinaron los presidentes del refinado tinto.
Sí se supo que el chivito que se asaba para el almuerzo previsto quedó sin servir, a merced de las brasas, porque los presidentes cancelaron la comida y regresaron raudamente a sus sedes de gobierno.
Las señales desde el cielo tampoco fueron de augurio.
Mendoza es conocida como la "tierra del sol y del bueno vino" por la calidad de sus viñedos y porque aquí Febo brilla 300 días al año.
Mala suerte para Bachelet, a quien le tocó un día gris y con algunas chispas de lluvia, algo que por estos lares no caía desde hace rato y que ya se echaba de menos para el buen crecimiento de las vides.
Los únicos que parecen haber quedado realmente satisfechos con este encuentro son los ejecutivos de Trivento, que con esta cita lograron publicitar aún más su producción, de 23.000 litros de vinos al año, que en un 60 por ciento se destina a la exportación.
Con 980 hectáreas, la bodega debe su nombre a los tres vientos responsables de influir en las plantaciones: el Zonda, que en primavera sopla cálido, seco y con mucha fuerza desde el oeste; el Polar, que sube desde el sur en el invierno; y la Sudestada de verano, que viene desde el Atlántico y provoca ráfagas y lluvias.
Hace 10 años Concha y Toro desembarcó en Mendoza, la mayor provincia vitivinícola de Argentina, para expandir sus operaciones en Suramérica.
"Argentina tiene mucho potencial. En Chile las exportaciones de vino están estancadas, mientras que las de Argentina crecen a una tasa anual del 25 por ciento y además aquí hay un mercado interno muy grande", señaló Larraín. EFE