Las palabras siguen teniendo valor


respeto (4k image)Cada vez que mi amiga (llamémosla Eva) llama por teléfono a su prima, si atiende el marido de ésta siempre le dice bromeando: “pero si, vení nomás que estoy yo, el que siempre te espera bañadito”.


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17/01/2004 - Un compañero de trabajo de Eva también suele afirmar públicamente en las fiestas de oficina que él y Eva son amantes, lo cual es falso y forma parte de las chanzas de hoy.

Si Eva comenta que se compró una nueva cama, no faltará la promesa de sus amigos varones de ir a estrenarla con ella. Las mujeres manifiestan que no tienen opción que soportar este tipo de situaciones como parte del pago de su socialización, y a muchas les palmea el ego aunque la guarangada venga de un tipo al que definen como despreciable.

Los hombres por su parte no se hacen cargo de sus propias fantasías, y cualquiera que fuera increpado por ese tipo de adulonerías sexuales intencionadas, diría que los mal pensados son los otros, que ellos ven a Eva como a una hermana.

Que vivimos en una época sin categorías ni valores, nadie puede dudarlo, pero yo creo que el problema se profundiza porque en que en esta era absolutamente visual donde se afirma que una imagen vale más que mil palabras, ( y la imagen es la de un Reality Show), muchas personas se han convencido de que la palabra ya no tiene valor.

Pareciera que volvimos a ser una sociedad primitiva audio-táctil.

Sin embargo, desde que nacemos, uno de las primeros indicios que nos diferencian de los animales radica en nuestra capacidad de simbolizar, codificar lo que sentimos y transformarlo en un lenguaje. Y ese lenguaje es complejo no solo por su diversidad de contenido y significado expreso, sino también por el latente.

Sigmund Freud, se interesó sumamente en el chiste y su relación con el inconsciente, dándole al doble sentido tanta importancia como a los sueños como camino directo hacia las zonas ocultas de la mente. En las proposiciones íntimas hechas a través del “doble sentido” y “en broma” se presentan ciertos mecanismos básicos como la condensación de un alto contenido sexual y agresivo, con cierta transferencia de energía, valor o afecto en un desplazamiento aparente del objeto de deseo a través de una representación simbólica que lo disimula. El contenido latente del chiste obsceno que dispara una invitación erótica no es sino la búsqueda indirecta de la satisfacción de un deseo primario a través de un artificio humorístico del lenguaje soez, que sin embargo lo vuelve aceptable para la conciencia moral por la cobertura solapada del humor. Y aunque el lenguaje produce formaciones reveladoras de un deseo, cualquier elaboración secundaria del chiste obsceno que les fue dedicado es rechazada automáticamente por las mujeres, que desarrollando una censura maniquea se niegan a aceptar que ese amigo o primo refleje en el chiste o en la insinuación risueña, deseos inaceptables e inconfesables que no le interesa ocultar permanentemente.

El humor de ese primo o amigo tiene la particularidad de que se refiere a él mismo, a condición de que entendamos que este “él” está dividido.

Ferdinand de Saussure también se refirió a “las palabras bajo las palabras”, dándole incluso a los elementos sonoros de una composición la capacidad de transmitir un mensaje subyacente más allá del texto tal como lo percibimos.

Volvamos pues a darle peso a las palabras, desde la política hasta en la forma de los contratos.

No hay viento que se lleve las palabras del honor. Y las mujeres tendrían que volver al sano cachetazo de campo, si es necesario, para frenar la locuacidad de un desubicado y re-significar la palabra respeto, si, respeto, tienen derecho a exigirlo.

Una linda palabra: respeto. No se rían, alguna vez existió.

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Luis Buero para Pergaminovirtual.com