Pasión por descifrar


Pasión por descifrarDías pasados, refiriéndose a la noticia de que ahora la NASA convocaría a lingüistas y expertos en idiomas para descifrar un viejo código lleno de constelaciones y datos con posibles lenguajes interplanetarios,...


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14/07/2010 - ...mi amiga Mary reflexionaba que para esa tarea hubiera sido más apropiado que contrataran a un celoso o celosa argentino, debido a lo que somos capaces de hacer hombres y mujeres de esta tierra para “descifrar” supuestos mensajes secretos con información “comprometedora” extraviada en bolsillos, celulares y compus de nuestras respectivas parejas.

Pero sería terrible si Cabo Cañaveral contratara, como fantasea Mary, a una versión masculina o femenina de Otelo como traductor del pensamiento galáctico, porque el problema principal del celoso/a es que carece de una confianza básica en sí mismo, y en los demás. Y en minutos crearía una nueva versión de La Guerra de los Mundos.

Mi amiga, por ejemplo, es la típica chica que gasta cantidades inusitadas de energía vital en perseguir secretamente a su media naranja. Y hace sus propias interpretaciones idiomáticas de las expresiones de su amado. Si él le avisa “voy a hacer el inventario en la fábrica con mi secretaria”, ella escucha “vamos a un albergue transitorio, no me llames por dos horas”. Cuando él le cuenta que hizo reír a sus compañeros de estudio con un chiste, ella lo imagina seduciendo a todas las mujeres con la simpatía de Jerry Seinfield.

Pero mi primo Martín no se queda atrás, si su novia nombra a un varón, así sea Leonardo Da Vinci, él al oír “Leonardo” ya siente que hay un rival que quiere robarle a su amor como si ella fuera una valija abandonada en la Estación Retiro, que cualquiera puede llevarse.

El afecto de celos tiene muchos motivos y orígenes, entre los que podemos contar los sociales y culturales, más los psicológicos individuales. Y es diferente el motor de los celos de los neuróticos obsesivos, el de los de las histéricas, y ni hablar de la celotipia de los psicóticos.

Pero hay una sola instancia que nos une a todos los nacidos en este planeta: “la nave-madre está perdida”. El módulo-útero que nos protegía de todas las carencias ya no existe, salvo en ese intermitente resplandor que a veces nos pulsa a buscar parejas, oficios, y geografías que nos completen.

Tal vez los lingüistas descubran en la Nasa que los alienígenas nos envían la gran frase que elimine la angustia terrícola: “te amo, pero no te necesito”.

Si, el abracadabra que cure el mal de celos para siempre.

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Luis Buero para Pergaminovirtual.com