El Paraíso de Dante

Empezar de nuevo

09:17 AM, 6/6/2007 .. 0 comentarios .. Link

Yo le tenía miedo a la oscuridad,

hasta que las noches se hicieron largas y sin luz.

Yo no resistía el frío facilmente,

hasta que aprendí a subsistir en ese estado.

Yo le tenía miedo a los muertos,

hasta que tuve que dormir en el cementerio.

Más aún, yo le tenía miedo al espanto,

hasta que tuve que dormir en el crematorio.

Yo sentía rechazo por los judíos,

hasta que le dieron medicamentos a mis hijos.

Yo lucía vanidoso mi poullover nuevo,

hasta que se lo di a un niño con hipotermia.

Yo elegía cuidadosamente mi comida,

hasta que tuve hambre.

Yo desconfiaba de la tez cobriza,

hasta que un brazo fuerte me sacó del agua.

Yo creía haber visto muchas cosas,

hasta que vi a mi pueblo deambulando

sin rumbo por las calles.

Yo no quería al perro de mi vecino,

hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse.

Yo no me acordaba de los ancianos,

hasta que tuve que participar de los rescates.

Yo no sabía cocinar,

hasta que tuve frente a mi un olla con arroz y niños con hambre.

Yo creía que mi casa era más importante que las otras,

hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas.

Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,

hasta que nos transformamos en seres anónimos.

Yo casi no escuchaba radio,

hasta que fue la que mantuvo la energía.

Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,

hasta que de a cientos me tendieron

sus manos solidarias.

Yo estaba bastante seguro de cómo serían

mi próximos años,

pero ahora ya no tanto.

Yo no tenía buena memoria,

tal vez por eso ahora no recuerde a todos,

pero tendré igual lo que me queda de vida

para agradecer a todos.

Yo no te conocía,

ahora sos mi amor.

Teníamos un río,

ahora somos parte de él.

Es la mañana.

Ya salió el sol y no hace tanto frío.

Gracias a Dios,

vamos a empezar de nuevo...

* *

*

 

Amor, no quiero nada NADA que te lastime,

estoy a tu lado,

vamos a empezar de nuevo...

 



La conversación

04:08 PM, 4/6/2007 .. 0 comentarios .. Link

Declaración. Propensión del sujeto amoroso a conversar abundantemente, con una emoción contenida (aunque esto no siempre suele ser así) con el ser amado, acerca de su amor, de él, de sí mismo, de ellos: la declaración no versa sobre la confesión de amor, sino sobre la forma, infinitamente comentada, de la relación amorosa.

* *

El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo. La emoción proviene de un doble contacto: por una parte, toda una actividad discursiva viene a realzar discretamente, indirectamente, un significado único, que es "yo te deseo", y lo libera, lo alimenta, lo ramifica, lo hace estallar (el lenguaje goza tocándose a sí mismo); por otra parte, envuelvo al otro en mis palabras, lo acaricio, lo mimo, converso acerca de estos mimos, me desvivo por hacer durar el comentario al que someto la relación.

(Hablar amorosamente es desvivirse sin término, sin crisis; es practicar una relación sin orgasmo. Existe tal vez una forma literaria de este coitus reservatus: es el galanteo)

* *

La pulsión del comentario se desplaza, sigue la vía de las sustituciones. En principio, discurro sobre la relación para el otro; pero también puede ser ante el confidente: de paso a él. Y después, de él, paso a uno: elaboro un discurso abstracto sobre el amor, una filosofía de la cosa, que no sería pues, en suma, más que una palabrería generalizada. Retomando desde allí el camino inverso, se podrá decir que todo propósito que tiene por objeto al amor (sea cual fuere el sesgo destacado) implica fatalmente una alocución secreta (me dirijo a alguien que ustedes no conocen pero que está ahí al final de mis máximas). En El banquete, esta alocución tal vez exista: sería a Agatón a quien Alcibíades interpelaría y desearía, ante los oídos de un analista, Sócrates.

(La atopía del amor, la aptitud que lo hace escapar de todas las disertaciones, sería que en última instancia no es posible hablar de amor más que segun una estricta determinación alocutoria; sea filosófico, gnómico, lírico o novelesco, hay siempre en el discurso sobre el amor, alguien a quien nos dirigimos. Este alguien pasó al estado de fantasma o de criatura venidera. Nadie tiene deseos de hablar de amor si no es por alguien.)

 

"Fragmentos de un discurso amoroso" - Roland Barthes.

 



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