Taller de escritura

Madre terrible

11:43 PM, 2/1/2008 .. 0 comentarios .. Link

¡Qué sabemos los hombres sobre estas cosas! Somos como niños. La mujer es Madre desde que nace. Madre Terrible, que es en sí misma el furor de la tierra. No sólo se trata de parir, sino de saber que lo que se da a luz, tendrá una vida limitada: morirá. Morirá porque ha nacido.
La mujer es la poseedora del secreto que buscan desde siempre las órdenes esotéricas, de las que aquélla ha sido sistemáticamente excluida. Por eso siempre será vengativa.
Y pobre de aquél que no sepa escapar. ¡Pobre de aquél que no sepa escapar!
Yo no supe hacerlo. No supe hacerlo y, de haberlo sabido, no sé si hubiera elegido otro camino que el recorrido. Los seres humanos somos la escoria del caos. Se nos da un mundo para vivir en él y cuidarlo, y no se nos enseña el cómo. Estamos llenos de normas de conducta establecidas a través de las distintas culturas por los cerebros de notables de esa misma escoria que somos, y son esas normas de vida las que nos castran, las que nos llevan de un fracaso a otro.
Por eso sentí que me despegaba de las normas que me tenían maniatado cuando yo ¡un ario puro! me enamoré de esta judía loca que ahora decide matarse sin consultarme. Entonces yo debí matarme también cuando ella se casó con Aarón cuando supo lo mío con la atorranta que no podía sacar de la puerta de casa, va y se casa con Aarón después de haberse acostado conmigo por más de ocho años, dejándome parado en la esquina de Dorrego y Corrientes con una rosa en la mano, perfumado y engominado como un novio, como el último pelotudo, esperándola durante más de dos horas, decidiendo después ir a buscarla a su casa corriendo el riesgo de ser bañado en aceite hirviendo por su madre asomada a la azotea entre los malvones y la alegría del hogar, llegar ahí y ver...¡porque yo eso tuve que verlo con estos ojos! ...ver mucha gente en la puerta de su casa y un coche que primero me pareció de funeraria, y cuando estaba por preguntar qué horrores estaban ocurriendo, qué espantosa muerte estaba sucediendo en aquél lugar, verla salir a ella toda nube, toda tules, bañada en arroz, mientras yo caía desmayado no sin antes sospechar los ojos de los brujos que me miraban sonriendo de costado, felices de ver lo que creían el resultado de un negocio entre familias.
Pero ella se mata. Por lo que sea. Así son ellas. Capaces de quemarse en su propio fuego. Son el lugar favorito del fuego. Las únicas capaces de poner las manos en el horno ardiente de Etzel Andergast.
Ya veo que esta noche tampoco podré dormir. Por ahí debo tener el libro de Wassermann.

 


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