Usando prestado el coche de la empresa narrado by Pirlo de Félix
Publicado a las 09:16 AM - 23/11/2009
Usando prestado el coche de la empresa narrado by Pirlo de Félix
El día treinta y uno de Diciembre del año 1993, el gerente de la empresa dónde trabajo sacó del concesionario una furgoneta Nissan Serena nueva de color azul metalizado. La empresa Gráficas Aparisi había adquirido esta furgoneta para poder hacer frente a las tareas de reparto de impresos por la provincia a todos los clientes que el dueño de la imprenta donde trabajo tiene. Esta es mi labor diaria, repartidor y distribuidor de productos de imprenta y papelería
Se terminaba la jornada laboral y con ella llegaba la noche de fin de año, a las 19:00 horas todos nos despedimos, nos abrazamos y nos deseamos feliz año nuevo. El gerente me dijo que me podía llevar a mi casa el nuevo vehículo ya que por dónde yo vivo, hay más seguridad que en el Polígono Industrial Autopista Sur, dónde está situada la imprenta. Este polígono industrial cuenta con varias discotecas y todas las noches muchos jóvenes se dan cita en las puertas de éstas, y el peligro a que dañen un vehículo tan nuevo es mucho mayor, que tener el coche en el centro de la cuidad, lugar por dónde yo vivo.
A las 20:00 horas llamé a mi amigo Manolo Beltrán y quedamos en cenar esa noche en casa de Carlos Pérez ya que sus padres habían salido de viaje y durante toda la semana no iban a estar en casa.
Una hora más tarde entraba por la puerta del piso de los padres de Carlos. El cava, el vino, la música y los preparativos para la cena estaban en su punto neurálgico. Aquella noche cenamos y nos comimos las uvas acompañados de risas, carcajadas, de mucho vino y cava.
Yo sólo con la bebida me aburría, Manolo Beltrán y Carlos Pérez empezaron a discutir por culpa del alcohol, ya que no había motivo aparente bajo mi punto de vista para empezar una discusión, así que para librarme de aquel hastío a las 2.00 de la mañana me fui del piso de Carlos. Me despedí en tono cordial y afectuoso de mis dos compañeros de noche vieja y salí en dirección a mi casa.
Por el camino se me ocurrió ir a probar la nueva furgoneta de la empresa, quería ver el mar, oír las olas cuando rompen en la orilla de la playa, oler la sal marina, y tumbarme en la arena, relajarme allí de todo el stress de la semana, olvidarme de la cena de fin de año. Así que me dirigí hacia dónde la había aparcado la furgoneta Nissan Serena. Al llegar: Abrí la puerta, me senté de forma cómoda, puse la llave y le dí contacto. Algo aburrido por culpa de haber aguantado una riña entre Manolo y Carlos pero con muchas ganas de estrenar la nueva furgoneta, me fui hacia zona de la playa que hay a cinco kilómetros de dónde me encontraba.
Recuerdo que veía doble la raya blanca que separa los dos sentidos de la carretera y también pude saber qué me dormí al volante y la furgoneta giró hacia la derecha de manera brusca y chocó de pleno contra otro vehículo que estaba allí bien aparcado. No llevaba puesto el cinturón, sólo sé que instantes antes de la colisión abrí los ojos justo para taparme la cara con los brazos y romper con ellos, el cristal delantero de la furgoneta. Sí no llegó a abrir los ojos y protegerme del choque con mis brazos, con la cabeza hubiera roto el cristal delantero de la Nissan Serena
Con la parte delantera de la furgoneta abollada, en un estado casi inconsciente, aturdido, herido con la cara y los brazos sangrando quise volver a arrancar la furgoneta, le dí con toda mi fuerza al contacto, el motor no respondía a mis ansias de salir de aquel atolladero, quería irme de allí para no dejar pistas del accidente, para que todo esto no hubiera ocurrido, que nadie lo supiese nunca que había tenido un accidente con la furgoneta nueva de la empresa. No pudo ser, a los diez minutos de la colisión un coche patrulla de la policía local, se paraba frente a mí.
No me hicieron prueba del alcohol, llamaron a una ambulancia y me llevaron a la sala de urgencias del hospital general, el médico que me atendió después de diagnosticarme, me dijo que no tenía ninguna lesión ni interna ni externa, solo me pusieron doce puntos de sutura entre la ceja y el párpado del ojo derecho.
Una funcionaria de policía llamó a mis padres y ellos aparecieron en la sala donde estaba ingresado con una cara de susto y disgusto que lleno toda la habitación de una indignación y rabia tensa, ellos sabían del accidente y de cómo había quedado la nueva Nissan Serena.
¡Qué decir!: Iba bebido, me dormí y el vehículo se me fue a un lado, destrocé el vehículo nuevo del Señor Aparisi y el del otro que estaba allí aparcado.
Mi suerte fue que no me hicieron la prueba del alcohol, y que el coche que yo conducía al ser nuevo, estaba asegurado a todo riesgo. Si los agentes de la policía local llegan a hacer un informe diciendo que la culpa del accidente fue debida a mi somnolencia dado mi elevado estado de embriaguez, ya que al hacerme soplar, hubiese dado positivo, la compañía aseguradora no se hace responsable, ni de la Nissan Serena, ni del otro coche que atropellé, y a mí me cae la denuncia de mí vida.
No quiero entrar en recuerdos, pero si no me pongo los brazos para protegerme del golpe y rompo el cristal delantero de la Nissan Serena con la cabeza, me quedo tetraplégico, paralítico, en coma irreversible, en una silla de ruedas o me muero directamente allí.
Luego con los años viajando por varias provincias y llevando paquetes por distintas localidades como repartidor, he podido ver con mis propios ojos, y he podido comprobar personalmente lo difícil que es la conducción tanto por la carretera, como por la autopista o por la autovía, y que todas estas vías circulatorias tienen cantidad de peligro, que no se ven a simple vista, pero que debemos intuir porqué están ahí.
Desde el simple hecho que se te pinche una rueda conduciendo y pierdas el control del vehículo, hasta adelantando un camión de gran tonelaje, por la fuerza del viento y de la energía que se despide al estar los dos cuerpos en movimiento, una masa atrae a la otra contra el vehículo. En el interior del vehículo todo se mueve como si estuvieras encima de una atracción de feria, ocurre lo mismo cuando un camión de gran tonelaje u otro vehículo con mayor volumen que el tuyo, desplaza una energía aerostática mayor. Al ir el otro vehículo más rápido, o tener una masa mayor que el tuyo, hace desplazar más carga aerostática y esta fuerza hace que tu vehículo se desplace, o como mínimo se mueva, o te parezca incluso que vibre , sin que tú muevas el volante de tú coche.
Si añadimos un día en el que el viento sea algo más fuerte que una simple brisa marina, el movimiento del vehículo es mucho más brusco.
Cuando el sol te pega en los ojos y no te deja ver la carretera, o en la oscuridad de la noche, sólo ves la carretera a través de tus luces, sin contar los coches que te vienen de frente, con sus luces que te deslumbran y te ciegan, debes de apartar tus ojos de su luz y sin dejar de mirar la carretera, mirar de reojo hacia el otro lado más oscuro. La lluvia que te empaña el cristal y no sabes si vas por la dirección correcta, no ves ni la carretera, ni al coche de delante, ni al de atrás.
Cuando hay mucha niebla, no sabes si te adelantan, o si debes de adelantar, conducir por una carretera que esta helada, como una pista de patinaje, puede hacer que el coche resbale, en cualquier momento y patinar sin control por la carretera, salirse de la cuneta hasta caerse por un barranco. Todo esto pone en juego la vida del conductor.
Yo al final de todos estos posibles percances he llegado a una conclusión, no correr, no ir a más velocidad de la que realmente me permita controlar el estado de mi coche y del transito en general, no he vuelto a llevar una velocidad tan alta, que no te permita ver con claridad todo lo que ocurre delante y también detrás de mí; y además cuando los problemas metereológicos me ponen en situación de riesgo; he decidido detenerme, no conducir.
O como me pasó a mí hace menos de un año saliendo de una carretera comarcal para entrar en una autovía, me encontré en el carril de aceleración, una caja de madera a dos metros del final del carril. La caja de madera se le debió caer a algún camión que transportaba mercancías, sin llevar la carga bien sujeta
Si yo siguiera todas las normas de circulación, dicen éstas: que antes de llegar al final del carril de aceleración, es cuando debes de acelerar para entrar en la autovía a la velocidad que el resto ya va circulando por ella mirar por el espejo retrovisor y si no viene nadie, entrar en la autovía. Pues si llego ha hacer caso del código de circulación me estrello contra la caja de madera que dejó caer algún camionero, justamente cuando mi coche cogía la máxima velocidad.
Estoy seguro que los peligros de accidente están ahí, delante de ti, pero que tú no los ves, si vas a una velocidad tan elevada que no te deja prevenir el accidente, y con las imprudencias que nosotros añadimos como conductores, puede llegar a producirse el fatal desenlace.
Jugamos a un juego peligroso con nuestro vehículo y con la carretera, un juego que nos puede dejar secuelas físicas y psíquicas muy graves para el resto de nuestra existencia en el planeta tierra.