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Como un viaje por el Mediterráneo este

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

En épocas de cuarentena cuando las posibilidades de ver mundo se han cercenado por un tiempo, saborearlo puede ser una alternativa valiosa. Pero para que sepa auténtico, hay que saber elegir. Hoy circulamos el Mediterráneo en buenas manos, las de Messe Delicatessen.

El espíritu inquieto del viajero anda recorriendo los rincones conocidos de casa rememorando los descubiertos por el mundo. Hay una ansiedad por saber cuándo podrá volver a volar fronteras afuera, y los destinos deseosos de ser visitados no dejan de apilarse en la lista de viajes futuros. Para ese mismo viajero, la curiosidad nata lo lleva a circular por los espacios locales como si fuera de allí mismo. Los comercios, los bares y, claro, la gastronomía que consumen los habitantes auténticos, no los turistas.
Los viajes por el Mediterráneo tienen la riqueza que acariciaran los ojos de Marco Polo. Puntos en común y distancias enriquecedoras, pero siempre, como constante, sabor profundo, dieta equilibrada y riqueza. Amor por los ingredientes, calidad en cada uno de ellos, y hacer genuino, respetando las tradiciones.
A la hora de viajar por esos puertos bajo el sol brillante, que deja más azul todo aquello que toca, elegir una mano gourmet inteligente hace la diferencia.

Platos mirando al este
Burgol con carne, pollo al curry, empanadas árabes (sin TACC!), dulces de Oriente, shamalí, mamoul, gourabie, finikia, baklawa, rolls de masa filo, kebab, spanakopita, mousaka, pasha borek, sarma caliente y frío, arroz persa, muyetderé, keppe frito,  sini e ishli kefte, falafel, borek, fatay, meyirme, queso feta, baba ganoush, mutabel, hummus, ensaladas fatoush y griega, tabulé, lehmeyun… Es que una lista tan inmensa que esconde las hornallas de Mezze Deli  es apenas algunas de las alternativas que se vislumbran en la cocina, y el almacén. Hay experiencia. Una mano viajada por las tradiciones griegas, armenias… con alma veggie y no tanto. No se trata de cantidad, sino también de variedad. De escudriñar en esos platos lo genuino del origen. Ese sabor que no sólo te recuerda, sino que te traslada al propio sitio en que probaste eso allá lejos, en el viejo continente, en uno de tus viajes. Un juego con la memoria en tiempos donde irse lejos no está permitido físicamente, pero con el paladar tambén se viaja.