17/10/2006 - Buenos Aires - Una finca en la localidad bonaerense de San Vicente alberga la tercera tumba de quien fuera tres veces presidente de Argentina, cuyo cadáver reposó antes en la residencia presidencial de Olivos, de donde lo sacó el dictador militar Jorge Videla poco después del golpe que dio en 1976, y en el cementerio porteño de la Chacarita.
La finca de San Vicente fue adquirida por un tío de Perón, quien la escrituró a su nombre en 1947. Para el general y Evita, su segunda esposa, era su refugio, su lugar de evasión: "San Vicente -señala Perón en sus memorias- era el refugio del amor, el descanso de todo trabajo".
En esas 19 hectáreas situadas a 40 kilómetros de la capital -hoy, un museo que reúne la historia y los símbolos del peronismo- serán ubicados en un mausoleo los restos de Perón, momificados y en perfecto estado de conservación pese a que le faltan las manos.
En 1987, su tumba en la Chacarita fue violentada; robaron su bastón de mando y le cortaron las manos, en un incidente que aún hoy no ha sido aclarado.
El traslado de Perón tiene lugar en el llamado "Día de la lealtad peronista": el 17 de octubre de 1945, miles de obreros tomaron la Plaza de Mayo para reclamar, y conseguir, la liberación del entonces vicepresidente y secretario de Trabajo, que había sido destituido y detenido.
Es el momento en que verdaderamente comienza la construcción de un mito, que al año siguiente fue elegido por abrumadora mayoría presidente; reelegido en 1951, en 1955 un golpe cívico-militar -"la revolución libertadora"- le expulsa del poder y le lleva al exilio: Paraguay, República Dominicana, Panamá y, finalmente, España.
Regresa en 1973, un año antes de su muerte, y vuelve a ser elegido presidente, con su tercera esposa, María Estela Martínez, "Isabelita", como vicepresidenta.
Como corresponde a cualquier mito, los orígenes de Perón están envueltos en un halo de misterio.
Se sabe que fue hijo de padres solteros: Juan Perón, un hacendado pampeño, y Juana Sosa, descendiente pura de indios mapuches.
Perón mantuvo una voluntaria ambigüedad sobre datos claves de su vida: la fecha de su nacimiento no está clara (7 de octubre de 1893 u 8 de octubre de 1895), tampoco el lugar (un rancho en Roque Pérez o la ciudad de Lobos) e incluso su propio nombre (Juan Sosa, Juan Domingo Sosa o Juan Domingo Perón).
Cuando, a los 13 años, Perón ingresa en el Colegio Militar, pocos indicios había de que este muchacho de orden se iba a convertir en un campeón de la clase obrera que haría el propósito de su vida "convertir a Argentina en un país con justicia social, soberanía política e independencia económica".
Entre 1939 y 1941 fue agregado militar en Italia, y se convirtió en un admirador de Benito Mussolini y del fascismo, que definió como "un ensayo de socialismo nacional, ni marxista ni dogmático".
Pero no fue un fascista puro, fue un hombre que asimiló todas las corrientes políticas del siglo que le tocó vivir.
"Funcionaba como Zelig, adaptándose al otro", señala el escritor Horacio Vázquez Rial, autor de una biografía del general. "Para cada situación política hay al menos dos frases de Perón, mutuamente contradictorias, ambas razonables".
El peronismo tuvo características personalistas y autoritarias, pero las elecciones que ganó Perón, las ganó limpiamente; lo suyo, en palabras de Vázquez Rial, era una democracia autoritaria o un régimen autoritario respaldado por la mayoría.
Su primera candidatura fue apoyada por la Iglesia, pero en 1954 se enfrentó al poder eclesial, que en línea con las recomendaciones papales respaldó la creación de un partido democristiano.
Perón, que se consideraba demócrata y cristiano, reaccionó de manera fulminante: suprimió la obligatoriedad de la enseñanza religiosa, aprobó la ley del divorcio y legalizó los prostíbulos.
Esa fue una de las muchas batallas que libró el general, quien no hubiese querido ser embalsamado, ni que lo fuera Evita. De hecho, el embalsamamiento de Evita fue una imposición de la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central sindical de Argentina. EFE