17/09/2007 - Buenos Aires (EFE).- En una entrevista publicada hoy por el diario Página/12, Santos Alonso se declaró sorprendido porque el ex capellán policial Christian Von Wernich, juzgado por crímenes de lesa humanidad, comentó que conversa a diario con el condenado represor Miguel Etchecolatz porque comparten pabellón en el penal.
"No se puede concentrar a los presos que tienen el mismo tipo de responsabilidades o similares en los mismos centros de detención", señaló Alonso.
El fiscal español afirmó que de sus conversaciones con funcionarios argentinos pudo ver que "existe la amenaza en Argentina que se puedan llevar a cabo atentados contra personas que van a comparecer".
Añadió que "por desgracia, en el primer juicio por crímenes de terrorismo de Estado se ha producido una desaparición", comentó en referencia al caso de López, testigo de cargo contra Etchecolatz, de cuya desaparición se cumple un año este martes.
"El esclarecimiento del caso Julio López debe ser una prioridad para el Ministerio del Interior, para las unidades policiales y las autoridades policiales", subrayó.
Santos Alonso, que viajó a Argentina para asesorar al gobierno sobre la protección de testigos, afirmó que los testigos de delitos de represión tienen una "desconfianza total" hacia los servicios de seguridad responsables de cuidarlos.
Señaló que se trata de "un problema de largo calado que evidentemente necesitará tiempo" para ser resuelto.
Ante la gran cantidad de testigos que deben comparecer en los juicios por crímenes de la dictadura, unos 5.000, el fiscal español recomendó para su protección la creación de unidades especiales dentro de las fuerzas de seguridad.
Dijo que a treinta años de la implantación de la dictadura (1976-1983), se "imagina" que las fuerzas armadas y de seguridad se habrán depurado de represores, ya que, en caso contrario, "para romper la desconfianza (de los testigos) habrá que pensar en otros modelos de seguridad privada"
"En una situación como la que se encuentra Argentina en estos juicios, los jueces y fiscales no nos podemos limitar al estricto cumplimiento del papel clásico de encerrarnos en el despacho, sino que debemos acercarnos a los organismos de derechos humanos", comentó.
"En el juicio a Von Wernich ya vi algo de eso, que se empezaba a romper la rigidez y formalismo de los jueces", matizó Santos Alonso.
"Definir roles y asumir políticas claras es indispensable en el contexto de la desaparición de López, que constituye un mensaje hacia los próximos juicios".
"Hay que lanzarle un mensaje a la sociedad de que no se va a consentir esta situación. El tiempo corre en contra y cuanto más tiempo pasa es peor", alertó el fiscal español.
Julio López, de 77 años, desapareció el 18 de septiembre de 2006, un día después de haber declarado en el juicio por el que se condenó a reclusión perpetua a Miguel Etchecolatz, director de Investigaciones de la policía bonaerense durante la dictadura.
López, que trabajó como albañil, fue uno de los testigos clave de este proceso al identificar a Etchecolatz como uno de sus torturadores mientras estuvo detenido ilegalmente en una comisaría de la ciudad bonaerense de La Plata. EFE