La verdad sobre Sergio Massa

23/4/2014 - Sergio Massa la suerte esta de su lado, pero el talento no.

Sergio Massa es un hombre de suerte. Sin manifestar grandes ideas o proyectos, ha logrado alcanzar niveles de popularidad que más de uno envidia en estas horas, de cara a las elecciones legislativas que se llevarán a cabo este año. 

El ex jefe de Gabinete del kirchnerismo ha hecho de la reserva su mayor virtud. Por caso, sus declaraciones contra el Gobierno de Cristina solo suele hacerlas de manera velada y cuando está seguro de que sus interlocutores son personas de total confianza. “Está loca”, suele decir a quien quiera escucharlo, pero solo en privado.

Su trabajo como mandatario frente al municipio de Tigre no es malo, pero tampoco es para enmarcarlo como algo ejemplar. Ello lleva a preguntarse: ¿Es esto garantía de que podría resolver los problemas de la provincia de Buenos Aires o, peor aún, de la Argentina? Si Massa tiene la fórmula para hacerlo, jamás la ha revelado públicamente.

Por el contrario, en sus diálogos con funcionarios del Gobierno —siempre reservados— el intendente de Tigre suele deshacerse en elogios hacia la Presidenta de la Nación.

Esa bipolaridad suele jugarle en contra, no solo porque en Casa de Gobierno están al tanto de sus descalificaciones, sino porque ello lo obliga a medir cada una de sus jugadas. .

Se insiste: si Massa pudo sortear esas contradicciones, ¿cómo no podría ahora reinventarse como si jamás hubiera sido K?

Si bien es cierto que el mandatario de Tigre decidió ir a las legislativas con su propia lista, no es menos real que aún no ha roto del todo los puentes con el Gobierno.

En el juego de alianzas que se arman en estas horas, “Massita” insiste en mantener un fino lazo de comunicación con la Casa Rosada. Es que, a pesar de ir a los comicios legislativos con una nómina personal, jura al kirchnerismo que no sacará los “pies del plato”.

Al mismo tiempo dialoga con Daniel Scioli, a quien intenta convencer de armar un frente que los proteja de los futuros embates del cristinismo. Aún no lo ha logrado, por cierto, a pesar de sus largas conversaciones con el jefe de Gabinete del ex motonauta, Alberto Pérez.

¿Cómo moverse sin mostrarse atado al kirchnerismo? ¿Cómo parecer independiente sin romper con el oficialismo?

“Massita”, como solía llamarlo Néstor Kirchner, ha sabido lidiar con contradicciones mucho más complejas que esa: lejos de su actual “progresismo”, sus orígenes lo vinculan con la UceDé, el partido conservador creado por Álvaro Alsogaray.

Más aún: todavía son recordados los días en que fue presidente de la Juventud Liberal de la Provincia de Buenos Aires: ocurrió entre los años 94 y 96. Posteriormente, fue uno de los pocos que se animó a saltar a las filas del menemismo y no dudó en trabajar para el polémico sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo

 El Gobierno no desconoce esas conversaciones y, por ello, desconfía de Massa. A ese respecto, prepara una dura embestida mediática contra él relacionada al “caso Arcadia”. Se trata de una denuncia hecha en 2010 por el diputado Claudio Lozano en el marco de un escandaloso canje de bonos dentro de la Anses.

El legislador sospecha que el mandatario tigrense pudo haberse quedado con un “vuelto” y por ello reclamó que se investigue el papel que jugó cuando estuvo al frente de esa dependencia. Sin embargo, hay un pequeño inconveniente para el kirchnerismo: también aparece en la trama el siempre polémico Amado Boudou.

Nada parece casual: el hoy vicepresidente llegó a la Anses merced a los favores del propio Massa. De allí en más su suerte sería ascendente dentro del seno gubernamental.

El destino quiso que finalmente el hoy mandatario de Tigre fuera eyectado del círculo íntimo del kirchnerismo y armara su propio camino en la provincia de Buenos Aires. Lo hizo con una gestión cuidada, pero también a fuerza de gastar millonadas de dinero oficial en autopromocionar su mandato.

Como sea, Massa logró forjar una figura de buen administrador y hombre público comprometido con la sociedad. Y, lo que es más importante, consiguió convertirse en el principal temor de Cristina Kirchner de cara a 2015.

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21/4/2014 - Massa observado por todos.

Si uno se encierra en las farsescas primarias de mañana, como la multitud que se engolosina morbosamente con el crimen de Angeles Rawson desde hace casi dos meses, no sólo pierde perspectiva de su situación. También ignora, como si estuviera drogado, las consecuencias dramáticas que deberá atravesar. O padecer. Especialmente,  en el  crítico rubro de la energía, cuya salvaje crisis exponencial ni siquiera podría encontrar salida con soluciones contrarias al mitológico relato oficial. No son palabras estimar que este cuadro fuera de control, ya sin dimensión, amenaza la estabilidad económica y la vida cotidiana de los ciudadanos para los próximos meses. Nada alcanza, ni un nuevo acuerdo tipo Chevron, por firmarse y anunciarse en un par de meses, con otra empresa de origen local que teme perder una licencia estatal. De ahí la feroz interna que se vive en la administración entre los improvisados responsables de esta década  –hoy hasta tiran por la ventana las mágicas e incumplidas promesas de Miguel Galuccio–, el desasosiego de Cristina de Kirchner y la desesperación ante la  incertidumbre futura. Aunque este drama de vivir importando energía sin poder pagarla se anestesia, momentáneamente, por  el calendario electoral.

Queda claro, al margen de episodios sintomáticos como el de Santa Cruz –perder allí y hasta salir tercero el oficialismo significaría como si Menem y Alfonsín en el gobierno hubiesen sido derrotados en La Rioja y Chascomús– , el saldo vital de la provincia de Buenos Aires, donde un hombre de la misma estirpe (Sergio Massa) le hizo explotar el barco a la doctora, y el viaje prometido a Europa no pase del puerto de Montevideo. Curioso: allí perdieron con 37 y 38% radicales y peronistas, hoy quizás se pueda triunfar con menos del 35%; ella o Massa, quien por haber picado en punta ahora se destiñó un tanto debido al exitismo obligado de los argentinos (y sin haber denunciado un atentado con dos tiros en su camioneta en los alrededores del restaurante La Calesita, lo que también explica la impropia repulsa contra el gobernador). Más curioso es que entre los dos principales rivales, incluyendo a Francisco de Narváez, el peronismo puede pasar 80% de los votos sin que nadie haya necesitado denunciar casos de corrupción en ninguno de los competidores (no se debe apartar del paquete a Daniel Scioli) que, se supone, es una de las principales inquietudes de los argentinos (y que, en la plaza porteña, le ha deparado a Elisa Carrió un incremental volumen político). Rarezas de esa agrupación dominante.

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