En la mesa con Quinquela

Con el aire más bohemio de toda la ciudad. Reuniendo un pantone barrial como no se encuentra en ningún otro sitio de Buenos Aires. Allí donde late el corazón porteño de puerto y tango crece Encuentro Nativo  un sitio  que reflota la esencia y la sirve a la mesa.

En su conventillo funcionaba la despensa que tuvo Juan De Dios Filiberto, celebre músico argentino, creador del tango «Caminito».
La memoria indica que a principios del siglo XIX las primeras familias italianas se instalaron en la Boca (denominado así por encontrarse en la desembocadoura del Riachuelo) entre los años 1830 y 1852 ya que era la zona de mayor entrada de barcos. Se trataba fundamentalmente de inmigrantes, sobre todo genoveses, que le dieron al barrio su fisonomía actual. Fue por este origen genovés por lo que a los residentes de La Boca en origen se los conocía como ‘Xeneizes’ (deformación de ‘zeneizi’, es decir, genoveses, en su propio dialecto).
Ellos e asentaron en un tipo de vivienda característica del barrio: el conventillo’ en la que cada cuarto es alquilado por una familia o por un grupo de hombres solos y los servicios (como comedor y baños) solían ser comunes para todos los inquilinos. Los italianos pintaron sus casas con los sobrantes de pintura que traían los marineros pero como la pintura no alcanzaba para cubrir toda una casa de un mismo color, usaban diversos colores para pintarlas. Aún pueden verse conventillos en La Boca que se caracterizan por ser construcciones de chapas de metal acanaladas, montadas muchas veces sobre pilotes o cimientos altos debido a las frecuentes inundaciones.
Los italianos pintaron sus casas con los sobrantes de pintura que traían los marineros, pero como la pintura no alcanzaba para cubrir toda una casa de un mismo color, usaban diversos colores.
El barrio fue la cuna del pintor hiperrealista Benito Quinquela Martín, que reflejó las tareas del puerto y la vida cotidiana de su gente en sus obras. Gracias a él y a sus vecinos, se recuperó un viejo callejón de 150 metros, de trecho sinuoso, Caminito y por el que había corrido originalmente la vía del tren, y donde en 1959 el gobierno municipal inauguró allí una calle-museo con obras de arte donadas por sus propios autores.

La mesa en Caminito

Encuentro Nativo es un lugar con mucha historia, buena comida y tango. “Somos anfitriones felices de recibir comensales de nuestro país y de todas partes del mundo. Nuestro compromiso diario está enfocado en brindarles una experiencia turística excepcional, en este colorido rinconcito porteño”, dice Esteban Medina, su propietario.
El emprendimiento se encuentra ubicados en la propia calle Caminito,  dentro de un Conventillo histórico que data del año 1867, el cual fue hogar de muchos  inmigrantes que venían al país en busca de una mejor vida. Dentro de esas paredes se respira parte de la historia del tango. En el año 1923, funcionaba allí mismo, un almacén que perteneció a Juan de Dios Filiberto, que fue el creador del  tango “Caminito”s.
Se trata de un restaurant de comida típica argentina, pero también elaboramos platos únicos que los distinguen dentro del barrio de la ribera. Allí es posible encontrarse con la gastronomía, el arte y la cultura local, incluidos show de tango y folklore con músicos en vivo, bailarines que exhiben danzas autóctonas argentinas y exposición de cuadros de pintores locales.
Adentrándose en el interior del conventillo, llegando al patio, una puerta lindera lleva a la vinoteca oculta, donde se pueden catar los mejores vinos de exclusivas bodegas boutique argentinas.
No es posible dejar de la mesa sin apostar al bife de chorizo de la casa, con salsa de hongos de pino y papa al horno rellana con crema, tocino y verdeo. El lomo duende llega con salsa de manteca togarashi, espárragos y chanpignones saltados a la provenzal. El lomo especial de ternera para compartir desborda en sus 800 gramos de presentación. La bondiola La Lola se acompaña con una jalea de cebolla morada al oporto y puré de batatas. El pollo Quinquela se presenta relleno con espinaca y queso, salsa de crema, todo gratinado, y coronado con papas españolas. La lista es larga y cuidada. La elección es difícil. Nadie sale con hambre porque se sirve con en las casas del barrio: casero y abundante. Tal como si el invitado fuera el propio Quinquela con sus pinceles y colores.