Sociedad | Vaticano
¿Cómo se elige al nuevo Papa? El cónclave que definirá al sucesor de Francisco
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, la Iglesia Católica se prepara para un proceso milenario cargado de simbolismo, secretismo y solemnidad: el cónclave. La Capilla Sixtina se convertirá una vez más en el escenario de la elección del próximo Sumo PontÃfice.
22-04-2025
Con la partida del Papa Francisco, se abre un nuevo capítulo en la historia del Vaticano. Comienza así el cónclave, la ceremonia reservada para la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica. Este proceso es una de las tradiciones más enigmáticas y estructuradas del mundo religioso.
El lugar donde todo sucede es la Capilla Sixtina, custodiada por los frescos de Miguel Ángel. Antes de cada votación, los cardenales entonan el Veni Creator Spiritus y juran confidencialidad. Con la orden “Extra omnes”, las puertas se cierran y se sella el aislamiento total: queda prohibido el uso de celulares, acceso a internet o contacto externo. La vigilancia es estricta y supervisada por una figura esencial, el Camarlengo, encargado de verificar la muerte del pontífice y asegurar la transparencia del proceso.
Solo los cardenales menores de 80 años tienen derecho a voto, y el elegido debe alcanzar una mayoría de dos tercios. El método es tan tradicional como riguroso: cada uno escribe el nombre de su elegido en una papeleta y la deposita en una urna ubicada sobre el altar.
Afuera, el mundo observa con atención la señal más esperada: el humo. Negro si no hay consenso. Blanco si hay nuevo Papa. Desde 2005, compuestos químicos aseguran que el color no deje dudas.
Este proceso también guarda curiosidades: aunque inusual, el elegido no necesita ser cardenal ni obispo; y hasta hoy, nadie ha tomado el nombre Pedro, en homenaje al apóstol. Durante su pontificado, Francisco diversificó el Colegio Cardenalicio al nombrar 142 cardenales de 70 países, dando voz a rincones históricamente relegados.
Como recuerda un viejo dicho entre los purpurados: “El que entra como Papa, sale como cardenal”. La historia del cardenal Próspero Lambertini en el siglo XVIII, quien terminó siendo Benedicto XIV tras bromear sobre su propia ineptitud, lo demuestra: en el cónclave, todo es posible.
El desenlace llega con el anuncio que resuena en toda la cristiandad: “Habemus Papam”, seguido del nombre del nuevo Sumo Pontífice. Así, comienza un nuevo ciclo de fe y liderazgo.