Sociedad | Regionales
Eduardo Silva y Gerardo Marchisio: Dos jóvenes héroes de nuestra región caÃdos en el Belgrano
A 43 años del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, Pergamino y Colón honran a sus héroes: Eduardo Tomás Silva y Gerardo Marchisio, dos jóvenes que dieron su vida por la patria en la Guerra de Malvinas.
Hace 17 horas.
Este viernes 2 de mayo se conmemoran 43 años del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, uno de los episodios más dolorosos de la Guerra de Malvinas. A bordo de la nave viajaban 1.093 tripulantes; 323 de ellos perdieron la vida tras el ataque del submarino británico HMS Conqueror. Entre los caídos, dos nombres resuenan con fuerza en el corazón del norte bonaerense: Eduardo Tomás Silva, de Pergamino, y Gerardo Marchisio, de Colón.
Eduardo Silva nació el 10 de septiembre de 1962 en Río Viejo, Santiago del Estero, pero desde joven vivió en el barrio Centenario de Pergamino. Trabajaba en la construcción cuando fue sorteado para cumplir con el Servicio Militar. En 1981 fue incorporado a la Armada Argentina, siendo destinado al Crucero ARA General Belgrano. Allí se desempeñaba como telefonista en la torre 2 de tiro.
El 2 de mayo de 1982, mientras el buque navegaba fuera del área de exclusión impuesta por Reino Unido, dos torpedos británicos impactaron el casco, sellando su destino. Eduardo fue uno de los mártires. Hoy, su nombre figura en la Carta de Navegación de la Isla de los Estados, un homenaje que navega por siempre.
Gerardo Marchisio, por su parte, tenía apenas 18 años cuando encontró la muerte en el Atlántico Sur. Había sido convocado también por sorteo y estaba a tan solo dos meses de ser dado de baja del servicio. Su familia lo recuerda con amor y profundo dolor. “Fue parte del conflicto con Chile por el Beagle y luego del Belgrano. Nadie sabía a dónde iban hasta último momento”, relató su hermano Carlos.
El recuerdo de Gerardo vive en Colón: su nombre está inscripto en el recinto del Honorable Concejo Deliberante y en una plazoleta de barrio Rivadavia, donde jugaba en su infancia. Fue un niño enviado a una guerra de adultos. Una vida interrumpida por decisiones ajenas. “Recordarlo es aliviar una herida que nunca cierra”, aseguran sus seres queridos.
Ambos jóvenes encarnan el espíritu de sacrificio, entrega y valentía que marcó a toda una generación. A más de cuatro décadas, el homenaje sigue intacto, y su memoria permanece viva en cada rincón de sus pueblos. Silva y Marchisio no fueron solo soldados. Fueron hijos, hermanos, vecinos, jóvenes del interior con sueños, rostros y futuro. Hoy, son eternos.