Galardonan a cinco ciudadanos distinguidos de Culiacán

El Ayuntamiento de Culiacán otorgó en sesión solemne del cabildo el Premio Coltzin a cinco ciudadanos, ante quienes el alcalde Carlos David Ibarra reconoció que la distinción que reciben se empequeñece por la grandeza de sus acciones y trayectorias, y los calificó como representantes de los muchos ciudadanos que cada día dan lo mejor de sí para tener un mejor Culiacán.
La entrega del premio tuvo lugar en el Museo de Arte de Sinaloa este sábado por la noche y recibieron la distinción Virginia Ríos (categoría Familia monoparental ejemplar), Tirzo Miguel Báez Carrillo (Adulto mayor en etapa productiva), Rigoberto Delgado Zavala (Persona con capacidades diferentes), Julio César Soto Santacruz (Adictos rehabilitados y productivos) y Raúl Padilla Barrios (en la categoría Niño ejemplo).

En este evento, con el cual se ponen en marcha los Festejos del 479 Aniversario de la Fundación de Culiacán, el regidor César Guerra, integrante de la Comisión de Acción Social y Cultural, resaltó que los cinco ciudadanos mencionados fueron elegidos para recibir el Premio Coltzin porque se han distinguido por su conducta ejemplar, sus actos y obras valiosas.
A cada persona que recibió el premio, el alcalde Carlos David Ibarra resaltó las virtudes y capacidades por las que fueron elegidas, pero también reconoció que se recibieron muchas otras propuestas de ciudadanos que también son muy valiosas y que también cada día hacen su aportación para que Culiacán sea mejor municipio.

A cada uno de los galardonados se les entregó una medalla de plata, un diploma, un estímulo económico de 10 mil pesos y obviamente el reconocimiento del Ayuntamiento y de la sociedad en general.
Virginia Ríos fue reconocida por ser una madre ejemplar, pues ayudó a la formación de sus hermanos y luego de la muerte de su marido ha logrado sacar adelante a sus cinco hijos; Tirso Miguel Báez, nació en el Distrito Federal pero tiene casi 80 años viviendo en Culiacán y dice que lo quiere como si fuera culichi de nacimiento. A sus 84 años se mantiene como docente en la Escuela de Geodesia de la UAS, luego de toda una vida dentro de la administración pública; Rigoberto Delgado Zavala, sufrió un accidente que lo dejó casi parapléjico y en su momento pensó que hubiera sido mejor morir en el accidente. Sin embargo, hoy da gracias por poder ayudar a personas que también tienen alguna discapacidad.


Por su parte, Julio César Soto cayó en las garras de la drogadicción y gracias al apoyo de su familia no sólo pudo rehabilitarse, sino que ahora busca replicar su caso con otros jóvenes que también han caído en el problema que él superó; Raúl Padilla, es un amante de la ciencia y tiene en mente realizar proyectos que ayuden a no contaminar el medio ambiente.
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