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09/11/89: EL DIA QUE CAYÓ EL MURO DE BERLIN

{ 05:33 PM, 9/11/2009 } { Publicado en reseña } { 0 comentarios } { Link }

POR SIBYLLA


 

 



 

El 9 de noviembre de 1989 por la tarde, un alto dirigente del régimen comunista de la RDA anuncia al mundo que los alemanes del Este pueden dejar libremente su país. Entre el estupor y la confusión, cae el Muro de Berlín. Así transcurrió, hora a hora, aquella jornada histórica.







12H30. En una reunión del comité central del SED (partido comunista que dirigía la RDA), el secretario general del Partido, Egon Krenz, informa a los principales dirigentes que acaba de ser adoptada una nueva legislación sobre los viajes de los alemanes del Este. La noticia no se hace pública.



18H00. Günter Schabowski, portavoz del comité central del SED, presenta ante la prensa internacional las últimas decisiones del régimen, pero sin mencionar la apertura de fronteras.





18H55. En respuesta a una pregunta, Schabowski lee en voz alta un documento anunciando que los visados para viajar o emigrar al extranjero serán entregados “sin condición” previa.



“¿A partir de cuando?”, pregunta un periodista.



Schabowski duda, luego improvisa: “Hasta donde yo sé… desde ahora, inmediatamente”. Varios corresponsales salen disparados de la sala, la información llega a los servicios de las agencias: “los alemanes del Este pueden viajar desde ahora al extranjero”.



20H30. Una multitud empieza a congregarse ante el puesto fronterizo de la Bornholmer Strasse, que une Berlin-Este a Berlin-Oeste. Pero los guardias fronterizos, desorientados, no saben si deben o no dejar pasar a la gente.



22H42. La televisión pública del Oeste lo anuncia: “Este 9 de noviembre es un día histórico. Las puertas del Muro se han abierto”. Algo que en ese momento no era aún totalmente exacto.





23H30 “¡Abran la puerta, abran la puerta!” grita la muchedumbre ante el puesto fronterizo de la Bornholmer Strasse. Un oficial acaba por aceptar, y ordena a sus subordinados: “Abran la barrera”. La muchedumbre se precipita hacia Berlin-Oeste. Alemanes del Este y del Oeste ya pueden abrazarse.



Durante la noche, todos los demás puestos fronterizos entre las dos Alemanias son abiertos. Eufóricos, los berlineses empiezan a trepar al Muro, que había dividido la ciudad durante 28 años.





En las siguientes horas y días, empezarán a destruir el muro a golpes de pala y pico.



“¿Y tú, dónde estabas la noche que cayó el Muro?”



Es la pregunta recurrente estos días en Berlín ante el aniversario del 9 de noviembre de 1989, a la que ciudadanos de a pié y políticos dan respuestas tan diversas como lo fueron sus reacciones en una noche en la que nadie sabía lo que iba a pasar al minuto siguiente.



A la canciller Angela Merkel no le importa admitir que no entendió que el comunicado leído a las 18.53 por el miembro del Politbüro, Günter Schabowksi, implicaba que podía pasar de inmediato al oeste, y se fue a la sauna, como todos los jueves. Merkel recordaba estos días en el diario “Frankfurter Rundschau” que en cuanto escuchó a Schabowski llamó a su madre para recordarle la promesa de ir a comer ostras a un lujoso hotel del sector occidental en cuanto fuera posible, tras lo cual se fue a la sauna.



No fue hasta más tarde, ante la multitud por las calles, que entendió lo que ocurría. Se lanzó hacia la Bornholmer Strasse, pasó al oeste y acabó tomándose una cerveza con desconocidos, según cuenta.



La actual canciller, entonces ciudadana del Este, se mezcló con algo de retraso con esos miles de germano-orientales que, como ella, se fueron a dar una vuelta por el oeste y luego regresaron a casa.





Otros cuentan que se lanzaron sobre la Bornholmer Strasse, el primer paso fronterizo que levantó la barrera, para acabar abrazados al primer desconocido que se toparon. Y también están los que lloraron de emoción desde la lejanía.





La palabra más común, entre los que cruzaron y los que no, para definir la gran noche berlinesa es “Wahnsinn” -”la locura”, en su sentido más emocional-, el entusiasmo colectivo nacido de la confusión, mientras ni los guardias fronterizos sabían si debían o no contener a quienes cruzaban al “otro lado”.



Los hechos del 9 de noviembre de 1989 se desataron al responder Schabowski al periodista italiano Riccardo Ehrmann que las nuevas medidas, por las que se permitía a sus ciudadanos pasar al oeste, eran de efectos inmediatos.



Hasta ahora no se sabe si la respuesta fue o no un error, puesto que el Politbüro preveía que fuera a la mañana siguiente y de manera ordenada. El resultado, sin embargo, fue el caos con final feliz, generador de múltiples interpretaciones.



Más o menos lo mismo cuenta el vicepresidente del Parlamento, el socialdemócrata Wolfgang Thierse, quien recuerda que fueron muchos quienes “por prudencia y por no poner en peligro a sus familias” esperaron a los días siguientes para cruzar.



La euforia y la confusión fueron paralelas a uno y otro lado. Mientras los germano-orientales tanteaban -con temor al principio, besando a los policías, después- si era verdad lo que habían oído de Schabowski, del lado occidental miles de jóvenes se subieron a lomos del Muro, a bailar y tomar cervezas, sin tenerlas todas consigo.



Al fin y al cabo, Berlín occidental era una isla en territorio de la RDA, cercada por el Muro y sus dispositivos de seguridad, recordaban tres de esos jóvenes de entonces -Alexander Breitkreuzt, Oliver Knispel y Stefan Heine-, en la revista berlinesa “Tip”.



“Empezamos a tirar botellas y piedras al otro lado, a ver si era verdad que era terreno minado. No estalló nada“, cuenta Breitkreuzt.



Al ciudadano teóricamente mejor informado de la República Federal de Alemania (RFA), el canciller Helmut Kohl, la gran noche le sorprendió en Varsovia. Primero reaccionó con cautela, a la mañana siguiente habló a la población del Berlín occidental.



Su antecesor, el socialdemócrata Helmut Schmidt, contaba a “Bild” que lloró ante el televisor y que al día siguiente su casa estaba ya asediada por ciudadanos del este, que se habían “acercado” hasta Hamburgo en sus Trabis -el popular coche de la RDA-.



Fue el “Wahnsinn” total, a uno y otro lado, espontáneo o prudente, en el que todos o casi todos juran haber participado. Sólo los más valientes admiten haberse metido en la cama sin celebrar.



Angela Hampl, una germano-oriental a punto de dar a luz por entonces, recuerda que esa noche hizo lo de siempre: en cuanto llegó a casa, sacó por la ventana la percha de la ropa que le servía de antena para ver la televisión occidental.



“Vi que daban lo del permiso de viajar y las imágenes de coches dirigiéndose al Muro. Me resultó incomprensible en ese momento, opté por no darle más importancia e irme a dormir”, cuenta.

















¿MATANZA ANUNCIADA?

{ 06:27 PM, 8/11/2009 } { Publicado en sucesos } { 0 comentarios } { Link }

 

por SIBYLLA

Como los soldados que se van a la guerra, el mayor Nidal Malik Hassan vació su departamento, le dio brócoli congelado que le sobraba a una vecina y llamó a un amigo para agradecerle su apoyo.

 

José Padilla, el dueño del complejo de departamentos donde vivía Hassan, dijo que éste le avisó hace dos semanas que dejaba el lugar esta semana.

 

Hace unos días, Hassan le preguntó a Padilla su idioma natal y luego le regaló un Corán en español. Además, se negó a recuperar 400 dólares de depósito y de alquiler que le correspondían, que dijo que deberían ser para alguien que lo necesitara.

                                                  

 

Sin embargo, se preparaba para la masacre en que 13 personas murieron acribilladas en la base de Fort Hood, Texas, según las autoridades.

Con calma, y de manera deliberada, Nidal Malik Hassan abrió fuego contra un grupo de soldados en Fort Hood, Texas, mientras gritaba “Allahu Akbar!” (¡Dios es grande!). Entre las victimas se cuentan 13 muertos y 30 heridos.

Hijo de padres Palestinos que emigraron a los Estados Unidos desde el Albireh, un barrio del Ramallah, Nidal Malik Hasan, de 39 años de edad, vivió siempre en el área de Washington DC ya que nació y creció en el colindante estado de Virginia. Sirvió ocho años como soldado, asistió al college de la Universidad Virginia Tech en Blacksburg y se graduó con honores en Bioquimica en 1995. Trabajó durante seis años en el Centro Medico del Ejército de Walter Reed. Allí hizo su internado, su residencia y finalmente fue Asistente en Psiquiatría en prevención de desastres. Se graduó de medico en la Universidad Militar de Servicios Uniformados de las Ciencias de la Salud, en Bethesda en el 2001.

 

Su trabajo diario como psiquiatra era aconsejar a soldados que regresaban de Irak y Afganistán con stress post-traumático debido a los horrores vividos en la guerra. Hace poco se le dijo que iba a ser enviado a zona de guerra. No se sabe con exactitud si era Irak ó Afganistán y él mostró reticencia a partir en sus conversaciones con familiares y amigos.

 

Soltero, acudía en uniforme de soldado a la mezquita de Silver Spring, Maryland, (la más cercana al Hospital Walter Reed) a ofrecer sus oraciones y allí hablaba con el Imán de la posibilidad de casarse. Se inscribe en un programa para actividades de solteros y registra su nacionalidad como palestino, a pesar de haber nacido en USA. El ejército lo disciplinó anteriormente por predicar a sus pacientes acerca de su fe musulmana.

 

Se encuentra internado en el hospital, con respiración asistida, pero estable. Hay la seguridad que va a sobrevivir, aunque la posibilidad de parálisis es enorme.

 

 

 

SEÑALES

 

Una fue su exposición en una clase, en que justificó los atentados suicidas. Otra fueron sus comentarios a compañeros sobre la persecución que según él enfrentaban los musulmanes en la vida militar. También sostuvo conversaciones incoherentes con el líder de una mezquita.

 

El mayor de 39 años parece ser una persona contradictoria: un hombre educado pero resentido, un siquiatra que asistía a los soldados pero también necesitaba ser tratado, un profesional de la salud que habría asesinado a los militares que había jurado ayudar.

 

Tras llegar a Fort Hood, Hasan se sentía en conflicto sobre lo que debía decirles a los soldados musulmanes sobre las guerras en Irak y Afganistán. Buscó consejo en Osman Danquah, cofundador de la Comunidad Islámica del Gran Killeen, quien terminó alarmado, según le dijo el sábado a The Associated Press.

 

 

Le dije: 'Hay algo en ti que está mal'", dijo Danquah. "No me pareció que estuviera hablando sobre sí mismo, pero había algo que simplemente no parecía estar bien".

 

Danquah supuso que los jefes de Hassan sabían sobre sus dudas, las que eran conocidas desde hacía más de un año para los compañeros de éste en un programa de postgrado de medicina militar. Los estudiantes se habían quejado ante los profesores sobre la "propaganda anti-estadounidense" de Hassan, pero dijeron que no presentaron una queja escrita por miedo a dar la impresión de que discriminaban a un musulmán.

 

"El sistema no está haciendo lo que debe hacer", dijo el doctor Val Finnell, quien estudió con Hassan entre el 2007 y el 2008 en la Universidad de Ciencias de la Salud de los Servicios Militares. "Al menos deberían haberlo enfrentado sobre esas creencias, le deberían haber dicho que se detuviera, que se alineara o se fuera".

 

Los investigadores militares seguían señalando a Hassan como el único sospechoso en el tiroteo la noche del sábado pero no dijeron cuándo presentarán cargos en su contra. "No hemos determinado aún un motivo para el tiroteo", dijo el vocero del Comando Investigador Criminal del Ejército, Chris Grey.

 

 

Los familiares de Hassan, sin embargo, dijeron que era incapaz de cometer un acto semejante y que era un doctor dedicado y musulmán devoto que nunca dio señales de que podría reaccionar con violencia.

 

"Conocí a mi hermano Nidal como una persona pacífica, amorosa y compasiva que mostró un gran interés en el campo médico y en ayudar a los demás", dijo Eyad Hasan en un comunicado. "Nunca cometió un acto de violencia y siempre se lo conoció como un buen ciudadano, cumplidor de la ley".

 

Los vecinos del siquiatra también lo señalaron como una persona amable que perdonó a un soldado que había roto una calcomanía de su auto que decía "Alá es amor". La coronel Kimberly Kesling, oficial superior del Centro Médico del Ejército Darnall en Fort Hood, dijo que Hasan era un hombre silencioso, muy trabajador que brindaba cuidados excelentes a sus pacientes.

 

Aún así, la investigación del peor tiroteo en una base militar en Estados Unidos muestra a un hombre que se oponía con vehemencia a las guerras en Irak y Afganistán, que intentaba zafarse de su próxima partida hacia éste último país y que había tenido problemas en su trabajo como siquiatra militar.

 

Su primo Mohamed Malik Hasan, de 24 años, le dijo a AP en su casa en las afueras de Ramala, en territorio palestino, que Hasan había contratado a un abogado para que lo liberara de su compromiso con el Ejército.

 

"El les dijo que como musulmán comprometido con sus plegarias era blanco de discriminación y no lo trataban como lo merecía un oficial y un estadounidense", dijo.

 

 



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