Hasta que con Friedrich Nietzsche 1883 y la publicación de su Así habló Zarathustra aparece la tesis revolucionaria de que " dios ha muerto" . A partir de esa época las viejas certezas diarias de la vida comenzaron a declinar. La Primera y la Segunda Guerra Mundial causaron la destrucción y la pérdida de las últimas certezas humanas mas profundas y trajeron definitivamente la idea de un mundo en el que faltaba cualquier principio de unificación, un mundo sin sentido y desconectado de la vida humana. Si uno asume la ausencia de sentido, y ésta es la expresión del espíritu de la época, en el cual se arraiga el Teatro del Absurdo, el mundo llega a ser irracional y se presenta el conflicto entre el mundo y el ser humano que comienza a ser extraño a él ¿que hago aquí?. Martin Esslin menciona el concepto paralelo de Ionesco de la absurdidad: " absurdo es lo que está desprovisto de propósito”. Apartado de sus raíces religiosas, metafísicas, y transcendentales, el hombre se pierde; todas sus acciones llegan a ser sinsentido, absurdas, inútiles. También Albert Camus (1913-1960), un novelista y ensayista francés, teorizó sobre la teoría de la absurdidad de las sensaciones, de la absurdidad del hombre en un mundo donde la declinación de la creencia religiosa ha privado al hombre de sus certezas.

Aunque el sentimiento del absurdo se hace mas evidente durante el siglo XX, éste se anticipa, como suele suceder, desde bastante antes; si bien con otros matices. A partir de Erasmo de Roterdam en su Elogio de la locura (1511), el excéntrico, es decir, el hombre cuyas ideas y actos resultan absurdos al sistema de evidencias admitidas por el sentido común, adquiere un nuevo significado. Llámese Alonso Quijano o como queramos llamarlo, lo cierto es, que a menudo ha estado presente en la literatura mundial; pero su tierra predilecta es Inglaterra, donde Ben Jonson en 1598 establece su teoría de los humores, base del humor inglés, teniendo como punto de partida el absurdo calculado, que brota de una conducta excéntrica.

A partir de Robert Burton (1577-1640) hasta Laurence Sterne (1713-1768), la gran corriente de excéntricos ingleses desemboca en el siglo XIX en el nonsense, representado por Edward Lear (1812-1888) y por Lewis Carroll (1832-1898). El nonsense anticipó las investigaciones del surrealismo y algunas corrientes subterráneas del espíritu humano que han llevado al psicoanálisis.
El Teatro del Absurdo no muestra al hombre en un histórico, social, o contexto cultural, no comunica ninguna imagen general de la vida humana. No se refiere a la información que transmite o a presentar los problemas o los destinos de los caracteres que existen fuera del mundo del autor (son creados por el autor). No se refiere a la representación de acontecimientos, a la narración de sinos, o a las aventuras de caracteres. En su lugar está interesado en la presentación de la situación básica de un individuo.

Según las fuentes, la denominación “Teatro del Absurdo” fue empleada por primera vez en 1961 por el crítico Martin Esslin para definir al grupo de dramaturgos contemporáneos cuya obra giraba alrededor de lo absurdo de la condición humana, y asentada sobre los cimientos del pensamiento existencialista de Albert Camus.